Todos los días amanecemos con noticias. Algunas ciertas y otras falsas. Por ejemplo, hace unos días se habló de la renuncia de algunos secretarios del gobierno federal. Por unos momentos se generó confusión. ¿Sería o no cierto?, ¿quién lo dijo? Había que confirmarlo. Estábamos ante una noticia falsa.
¿Qué son las “fake news”? En el ámbito de los asuntos públicos se trata de información falsa presentada como verdadera, en forma deliberada. Es desinformación, manipulación y mentiras. Este tipo de noticias se presenta en forma de historias, artículos, (gráficos y textuales) y por lo general no se indica con claridad cuál es la fuente de origen.
Estamos ante lo que parece una paradoja. Mientras más acceso hay a la información, estamos menos informados. Vivimos en un mundo de sobreinformación que no permite distinguir con claridad entre lo falso y lo verdadero. Por un lado, recibimos y consumimos un gran volumen de datos y mensajes, y por otro vemos que el mismo transita a una velocidad asombrosa, lo que reduce nuestra capacidad para distinguir a qué le debemos de creer y a que no.
En nuestros días, la información viaja principalmente vía las redes sociales, también a través de servicios de mensajería insantánea, correos electrónicos o por internet. También, pero cada vez en menor medida, por los medios de comunicación tradicionales.
Somos libres de decidir a qué medio considerar veraz, a quién darle crédito o qué información creer, sin embargo hay formas con las que podemos comprobar la veracidad de lo que recibimos y evitar convertirnos en propagadores involuntarios de noticias falsas.
Comparto algunos consejos al leer o escuchar alguna noticia. No necesariamente en el orden que se describe a continuación:
Primero hay que leer o escuchar la noticia entera, no solo el titular. En ocasiones los titulares están redactados sólo para atraer la atención y no siempre reflejan el contenido de la noticia.
Enseguida debemos averiguar la fuente. Si se trata de una cadena de Whatsapp, hay que buscar la autoría o ver si incluye un enlace. Si la respuesta es no, entonces hay que desconfiar y no compartirla. Si la información manifiesta cuál es la fuente y ésta es legítima, quizá sea cierta. En caso de que no lo sea, entonces hay que verificar el sitio que reprodujo la noticia. Por último, si la fuente hace referencia a un medio de comunicación, es recomendable entrar a la página web de ese medio para comprobar si la noticia está ahí.
Otra opción es verificar la información a través de buscadores o directamente en las páginas de noticias acreditadas. Confirmar quién lo dijo, cuándo lo dijo, en qué contexto se dijo. Confirmar los datos, las cifras, lo hechos.
Pareciera ser que si queremos evitar caer en noticias falsas tenemos que hacer el trabajo de editores. Pues sí; así es.
Todo esto nos plantea grandes retos como sociedad ya que estamos ante un fenómeno social en el que el exceso o la falta de confianza puede afectar la forma en como nos relacionamos y con quién.
Los motivos por los cuales se generan, se distribuyen y promueven las noticias falsas pueden ser variados. En el fondo de lo que se trata es de manipular, desviar la atención, mal informar o simplemente para distraer.
El mejor consejo para todos quienes consumimos noticias (de cualquier índole) es que dudemos de la información que nos llega. Es importante asegurarnos de que la fuente que la publicó esté bien acreditada como medio informativo o que la persona que nos la compartió goce de muestra credibilidad.
Depende de cada uno de nostros cómo vamos a navegar en este mundo informativo. Estamos quizá entrando a la era en la que la verdad ya desapareció.