Los gobernadores de Nuevo León y Tamaulipas tienen una asiento en el Consejo de Cuenca, con voz pero sin voto, y las resoluciones se toman (O deberían) con base en criterios técnicos, priorizando el consumo humano.
Nadie es más culpable que Nuevo León de la crisis hídrica que padece Monterrey, pues además de pésima planeación urbana que no ha considerado qué cantidad de población puede sustentar el semidesierto, han dado palo a todas las soluciones.
Hace siete años, encabezados por líderes opositores, como lo era el siempre arrogante Samuel, frenaron “por caro” el plan para llevar agua desde el Tampaón, un afluente limpio de cuenca del Panuco, y hoy este acueducto ya estaría en funciones.
Pero eso no es todo. En 1996 hicieron un acuerdo con Tamaulipas, sancionado por la Comisión Nacional del Agua, mediante el cual recibirían anualmente de El Cuchillo 315 millones de metros cúbicos de agua de Tamaulipas.
De 1996 a 2022 la población del área metropolitana de Monterrey se ha duplicado, y con ello se han duplicado los requerimientos de agua potable de la población, pero no se han duplicado las fuentes de agua.
Además de reventar el acueducto Tampaón- Cerro Prieto, los gobiernos de Nuevo León desde Fernando Canales hasta Samuel, han hecho exactamente nada para aumentar la disponibilidad de agua o prever las necesidades futuras.
Por ejemplo, se han pasado por el arco del triunfo los compromisos derivados de los acuerdos de 1996, y aunque saben que para tener 315 mmc de El Cuchillo tenían que regresar a Tamaulipas el agua tratada mediante el Pesquería, no hicieron nada.
Nunca trataron el agua, no construyeron los canales para derivarla, no sanearon el Pesquería, no acabaron las extracciones ilegales, y lo peor, nunca construyeron un segundo acueducto y actualmente pueden derivar menos de la mitad de los 315 mmc.
Aunque en medios regios (y Samuel lo subraya) se dice que Nuevo León cede a Tamaulipas agua por arriba de los 315 mmc es Tamaulipas, y en específico el Distrito de Riego 026, dueños de esa agua desde 1944, quienes la ceden a Nuevo León.
Esto es importante porque los nuevoleoneses creen que el agua es suya y que se la están regalando a Tamaulipas, entidad que ven como su patio trasero y su fuente de recursos naturales de los que pueden disponer sin pagar por ello.
La última de Samuel es la de querer frenar el trasvase de agua de Tamaulipas desde El Cuchillo, mediante un acuerdo político con el gobernador de Tamaulipas, Américo Villarreal, pero eso no es una decisión que dependa de ambos.
Peor aún es que la intención de Samuel es humo, o una propuesta torpe e ignorante, por decirlo con suavidad, porque al 3 de noviembre El Cuchillo almacena 762 mmc, por lo que puede hacerse un trasvase de 400 mmc sin dejar a Monterrey sin agua.
Además aunque se frene el trasvase, no pueden sacar más que 105 millones metros cúbicos por año hasta que completen la segunda línea del acueducto El Cuchillo-Monterrey, y cuando terminen, podrán sacar si acaso 250 mmc.
No parece factible que el gobernador de Tamaulipas, Américo Villarreal Anaya, vaya a aceptar frenar el trasvase para el riego de invierno en el Distirto sorguero del bajo San Juan, porque sabe que son productores organizados y conocedores de sus derechos.
De hecho, estos productores obligaron en 2008 al gobernador Eugenio Hernández a iniciar una controversia constitucional contra la Conagua, por haber utilizado agua del San Juan y la presa Marte R. Gómez, para pagar el convenio de agua con Estados Unidos.
Ameriquito (a quien, el presidente Andrés Manuel López Obrador dejó ya en calidad de entenado) tiene en su círculo cercano a los técnicos que mejor conocen la cuestión de la Cuenca del Bravo y tienen interlocución real con los regantes.
Esos técnico fueron pupilos del finado exgobernador Américo Villarreal Guerra, una de las autoridades hidráulicas del país y quien logró la construcción de la presa Vicente Guerrero, gracias a la cual sobrevive Victoria, Tamaulipas.
Es importante subrayar lo del Consejo de Cuenca del Bravo, porque según la Ley de Aguas Nacionales esos consejos de Cuenca encabezados por la Conagua, son los únicos facultados para frenar u otorga un trasvase.
Los gobernadores de Nuevo León y Tamaulipas tienen un asiento en el Consejo de Cuenca, con voz pero sin voto, y las resoluciones se toman (o deberían) con base en criterios técnicos, priorizando el consumo humano.
Pero como el abasto de agua para Monterrey está garantizado actualmente, lo que diga Samuel o lo que acuerde con Américo Jr. Respecto al agua de El Cuchillo, les va a servir sólo para gacetillas pagadas, porque ellos no deciden.
Los asesores, es seguro, que han dicho a Ameriquito que si cede a las presiones políticas de Samuel, a quien al parecer también apoya AMLO, va a comenzar a su mandato con la furia de productores conocedores y organizados.
Lo que es claro, es que Andrés Manuel López Obrador ha convertido en sus nuevas mascotas a Samuel García y a Américo Villarreal, al primero con su prisa porque no se sepa que la culpa del desabasto de agua es de él.
A Villarreal, porque AMLO lo hizo candidato y luego extorsionó al Tribunal Electoral para que no anularan las elecciones más sucias en la historia de Tamaulipas, lo que ya es mucho decir.
Y como al macuspano siempre le gusta hacerse pasar como el que manda, aunque el que manda es el general Sandoval, fue a Tamaulipas a anunciar un Plan que depende de él y que dejó a Villarreal como secretario a cargo de la entidad.
En pocas palabras, Nuevo León y Tamaulipas viven la tormenta perfecta, con un gobernador torpe, otro “intenso”, y un presidente decrépito, un general como poder detrás del poder, y los grupos del narcotráfico cobrando las deudas de campaña
