Quien piense que la salud mental de Andrés Manuel López Obrador comienza a afectarse, está atrasado de noticias porque hace años que platica solo y se responde.
Ahora finalmente el PAN y el perseguido político Ricardo Anaya, comienzan a preocuparse por la salud mental del “mentiroso compulsivo que tenemos en Palacio”
Desde que era Jefe de Gobierno de CDMX fue claro que es un megalomaníaco sociópata que miente, exagera situaciones y manipula para conseguir sus objetivos.
Se ha dedicado a destruir el federalismo, los organismos de control, la legislación electoral, la división de poderes e incluso el aparato administrativo gubernamental.
Su gobierno ha fracasado en todo, pero especialmente en combate a la corrupción, pero no va mejor en fomento a la economía, seguridad, salud, educación.
Fuera de su teatro fantástico matinal, en el que su describe su Neverlandia, lo demás es corrupción de su familia, de sus allegados, el nepotismo y la ofensiva contra las instituciones.
No recuerdo a ningún presidente, mexicano o extranjero, que ocupara tiempo laboral y cadena nacional, para tratar de minimizar las corruptelas de sus nepotes.
Los cambios a la ley que propone van dirigidos claramente a centralizar el poder, mientras sus obras, se definen por la falta de planeación e irrespeto a la legislación que debería cumplir.
La opacidad con la que se conduce, los decretazos para saltarse toda la tramitación necesaria para garantizar la seguridad de una obra, son una confesión firmada.
No hay miembros de la familia presidencia consanguínea o política que pudiendo robar no lo haya hecho, y lejos de imponer la ley, o al menos callar, López lo justifica.
Comenzó el gobierno desmantelando la principal obra de infraestructura en más de dos décadas, sin más razón de que su socio y mecenas, Rioboo no fue contratado.
La manera de ser de López Obrador y la de Donald Trump es similar, con la diferencia de que el neoyorquino no es tan cobardón como el tabasqueño.
Pero ambos son sectarios, destruyen y dividen a la sociedad entre los que lo siguen y el resto, y ambos tienen la idea de que son los mejor y quien no lo crea es su enemigo
Dicen los sicólogos que hay diferencias entre megalómano y narcisista, éste prefiere ser encantador antes que poderoso, el megalómano prefiere ser poderoso, antes que encantador.
Noam Chomsky describió a Trump como un político que cuya administración no tenía “un plan coordinado" y que abusaba del poder en forma constante.
Mientras los enemigos gratuitos de Trump fueron sus aliados de la Organización del Atlántico del Norte, los de López Obrador son los mismos con EUA agregado.
La realidad es que el sociópata López disfruta con la destrucción del país y carece de empatía, es impulsivo, no cumple con las normas y no siente culpa tras ofender o hacer daño.
Al contrario, todo indica que el macuspano disfruta con el daño que hace al país, los muertos que ha provocado y con demostrar que está tan encima de la ley que puede ser piadoso con criminales felones.
En el curso de 42 meses se ha sabido de infinidad de delitos: Abuso de autoridad, lavado de dinero, administración desleal, delitos contra la salud y daño patrimonial.
Además, evasión de reos, uso de recursos de procedencia ilícita, nepotismo, peculado y sin duda genocidio por un pésimo manejo de la pandemia.
Al no cumplir con las disposiciones constitucionales, y celebrar pactos de alianza ofensiva con Cuba, que pueden producir la guerra en México, hay traición a la Patria.
Quitarle el empleo a un mexicano para dárselo a extranjeros, es otra pinta más al tigre que se olvidó del juramento de Guardar y hacer guardar la Constitución y las leyes que de ella emanan.
Pero romper un juramento hecho ante la autoridad, se llama perjurio… Y contando.