"Considero que deberían de disminuir los presupuestos de los partidos y ese dinero utilizarlo para el desarrollo social, para la gente. Eso es lo que pienso", Andrés Manuel López Obrador, 27 febrero 2020.
Si a usted le preguntan: los partidos políticos reciben, desde hace años, miles de millones de pesos de recursos públicos, pese a que los políticos corruptos se han dedicado a robar y empobrecer al pueblo, ¿qué creé que sea mejor para México: entregarle esos recursos al incorruptible gobierno del honorable López Obrador para ayudar a los pobres o dejárselos a los pillos de los partidos?, seguramente responderá dárselos a los pobres, que los saqueadores de la Patria vayan a la cárcel y los partidos políticos al "basurero de la historia".
Pero si le preguntan: en tan solo año y medio de Gobierno, López Obrador destruyó los programas asistenciales del Gobierno de México que eran reconocidos a nivel internacional por sus avances en combatir la pobreza y la transparencia con que se manejaban los recursos, para crear sus programas clientelares que no tienen nada de transparentes y han demostrado, en el poco tiempo que llevan, ser un tiradero de dinero sin beneficio para el país. Sólo le van a servir a AMLO para ganar el siguiente año las elecciones, ¿qué creé que sea mejor para México: mantener el financiamiento público a los partidos políticos para evitar que llegue un dictador y tener al menos esa vía para poder frenarlo; o dárselo al Gobierno amlista para que lo siga regalando?, seguramente responderá: a los partidos políticos.
Pero si sólo le preguntan: ¿qué es mejor para el país: mantener el financiamiento público a los partidos políticos o reducirlo para entregar en los programas sociales federales?, su respuesta no estaría influenciada por el entrevistador, sería en realidad lo que usted piensa, pero no necesariamente lo mejor para México.
Estoy convencido, y creo que coincidirá conmigo, que en base a la información de que disponemos formamos nuestro criterio, y que es peor estar mal informado que desinformado. Porque, además, la mayoría de las veces los que nos mal informan lo hacen con el único fin de manipularnos.
SU EVOLUCIÓN
Aunque el financiamiento público a los partidos existe desde 1977, el cálculo de su monto y su distribución ha ido evolucionando con el paso de los años. En principio era completamente discrecional. En 1987, se fijaron las primeras reglas que incluían, entre otras, el número de diputados, pero aún quedaba un margen de discrecionalidad para la entonces Comisión Federal Electoral que dependía del Gobierno en turno (que, por cierto, encabezó el hoy honorable y exitoso morenista Manuel Barlett, ésa era la CFE que sabía manejar a la perfección, en su pasado priista). En 1989 se hizo el siguiente ajuste en la legislación electoral y se eliminó la poca discrecionalidad que había en el reparto del financiamiento a los partidos.
En 1996, cuando nace como órgano autónomo el Instituto Federal Electoral, se comenzó a aplicar una fórmula que estaba en función directa al número de partidos para calcular la bolsa a repartir para actividades ordinarias de estas organizaciones. Resultaba de multiplicar los costos de las campañas para presidente, el total de diputados y senadores, considerando los días de duración de las campañas, y eso se multiplicaba por el número de partidos.
Ya con el monto determinado, el 30 por ciento se reparte por partes iguales entre todos los partidos y el restante 70 por ciento en función de la votación de la última elección de diputados, como se hace hasta la fecha.
En año electoral, a cada partido se le entregaba una cantidad adicional e igual a la de actividades ordinarias para los gastos de campaña. Desde entonces existen otros tres financiamientos, pero representan menos del 5 por ciento.
En 2008 se hizo una gran reforma que le quita a los partidos políticos la posibilidad de comprar directamente tiempo en radio y televisión, y para hacer más equitativa la contienda los tiempos los maneja el IFE (hoy INE) con reglas muy claras, similares al reparto del financiamiento.
También redujeron el financiamiento para campañas electorales, la razón es que donde más se gastaba era en spots de radio y televisión. Desde la elección del 2009, en los procesos intermedios se les da para gastos de campaña una bolsa equivalente al 30 por ciento de la de actividades ordinarias y en la elección presidencial del 50 por ciento.
Pero también se cambió la fórmula para determinar el financiamiento público anual, ya no depende del número de partidos, ahora está fijado en función del número de electores, además esta fórmula se replicó en la mayoría de los estados para el financiamiento local.
Por cada elector se destinaba originalmente el 65 por ciento de un salario mínimo diario para el financiamiento de los partidos, pero cuando se creó la Unidad de Medida y Actualización (UMA), se sustituyó por esta. La UMA, que se calcula anualmente desde el 2016 en base a la inflación, se creó para que el salario mínimo pudiera aumentar sin afectar legislaciones que estaban ligadas a él; en el 2016 la UMA era lo mismo que el mínimo, actualmente el salario es 42 por ciento mayor que la UMA.
En la circunstancia actual, a los partidos políticos les conviene que haya menos para poder alcanzar más del pastel, es decir, que haya más partidos no aumenta el financiamiento.
¿CÓMO BAJARLO?
Este año se le están destinando a los partidos políticos, de financiamiento público federal, 5 mil 239 millones de pesos, más una cantidad cercana en los estados. Y desde 1997 se han entregado recursos federales en términos nominales de casi 83 mil millones de pesos a los partidos y, considerando la inflación, esa cantidad es de casi 128 mil millones de pesos de 2020.
López Obrador ha pedido reducirlo a la mitad para que se liberen recursos y pueda destinar más a sus programas sociales; en abril dijo que para enfrentar la pandemia.
Pero no está de más recordar que nuestro líder apareció en la boleta en las elecciones presidenciales de 2006, 2012 y 2018. En las intermedias de 2009 no apareció, pero hizo campaña por los diputados del PRD, PT y Convergencia (hoy Movimiento Ciudadano), en el 2015 impulsó el registro de su partido Morena participando activamente en la elección, adicionalmente cuando fue líder de Morena él siguió haciendo campaña.
Al inicio de la contienda del 2018, López Obrador ya había tenido a su disposición en los años previos, enlistados arriba, financiamiento público por 12 mil millones de pesos, en pesos de 2018; ya arrancaba con una ventaja financiera muy fuerte, adicional al desgaste de los partidos que postulaban a los otros candidatos, eso explica en alguna medida su victoria.
Es innegable que esos 12 años de campaña permanente sentaron las bases para su victoria en 2018 y, sin duda, que buena parte del financiamiento público del que dispusieron los partidos sirvió para fortalecer su imagen. Cómo olvidar aquel "estaríamos mejor con López Obrador" que se difundió durante el gobierno de Calderón.
Ahora que ya está en el poder, se le hace un abuso el uso de recursos por parte de los partidos políticos. En la misma campaña del 2018, “El Bronco” lo retó varias veces a renunciar al financiamiento público y se hacía ganso, perdón, pato.
Sin duda que Morena es actualmente el partido más fuerte en términos electorales, pero también en términos financieros. Gracias a la votación histórica que recibió Andrés Manuel López Obrador de más de 30 millones de votos, los diputados de su partido consiguieron que 20 millones 790 mil 623 ciudadanos les dieran su voto, lo que le va a permitir a Morena recibir, de 2019 a 2021, financiamiento público por 5 mil 580 millones de pesos, el más alto recibido por un partido desde que se creó con reglas claras en 1996 (a lo mejor por eso se andan peleando por la dirigencia).
Adicionalmente, tiene la ventaja de ser un partido de pocos años de existencia que no carga con costos elevados, ni deuda, ni empleados, ni pasivo laboral, entre otros. En sus primeros cinco años de existencia, de 2014 a 2018, recibió 1 mil 742 millones de pesos.
Aunque no va a pasar, porque la voluntad de Morena y AMLO es restarle poder financiero a la Oposición, más allá de bajar el financiamiento, lo que yo creo que sería lo más sano son básicamente dos cosas: Primero, que la baja de la bolsa total sea gradual, para que permita a los partidos ir ajustando poco a poco su operación sin que los lleve a la quiebra; por ejemplo, que el factor que actualmente se aplica de 65 por ciento a las UMA por cada elector se ajuste a 54 en 2021, 43 en 2022, 32.5 en 2023; y segundo, que se cambien las reglas de reparto, que en vez de 30 por ciento igual y 70 por ciento en base a la última votación, sea a lo mejor 50 y 50, de esta manera la mayor reducción sería en el monto de Morena, pero como es el que se quiere colgar la medalla, lo correcto es que sea el que más pague.
Aunque cada día que pasa, y más con la pandemia, se vuelve más urgente una reducción en el financiamiento público a los partidos, creo que una baja del 50 por ciento de golpe y sin cambiar las reglas de reparto encaminaría a México a tener un partido hegemónico, algo que en teoría ya dejamos en el "basurero de la historia".
¡Hasta la próxima semana!