La característica fundamental de las encuestas como mecanismo de selección de candidatos no es ni su metodología ni su apego a estándares científicos o de transparencia, sino el acuerdo político previo de los jugadores a ser sondeados y a aceptar los resultados. No es que lo primero no sea importante, sino que, para tener éxito, lo segundo impera.
Por eso son encuestas políticas: su objetivo es una decisión de carácter político, bajo el acuerdo, también político, de aceptación de resultados y la consecuente legitimación, tanto del proceso como de la candidatura resultante.
Esto ya lo sabíamos desde antes, pero la culminación del proceso de Morena y sus aliados nos recordó que las encuestas políticas son eso, encuestas políticas. Permítame hacer un recuento de los saldos que a mi parecer quedan de dicho proceso.
1) Se logró el objetivo primordial: el nombramiento de la coordinadora y eventual candidata a la Presidencia, Claudia Sheinbaum, como ya anticipaban las encuestas periodísticas.
2) Aunque hubo opacidad y falta de transparencia de principio a fin en el proceso, las encuestas no parecen haber quedado tan mal paradas como algunos temíamos. Se impuso el consenso de los números de cinco encuestadoras, una ventaja significativa entre primero y segundo, y, con ello, se minimizó el ruido de las protestas.
3) Sin embargo, tal consenso en los números resulta raro; por lo general es poco probable que se registre ese grado de coincidencia entre encuestas, aún apegándose a las mismas reglas y procedimientos metodológicos. Lo esperable sería un poco más de varianza en los resultados de las casas encuestadoras.
4) Por ello no hay que descartar un efecto herding en los resultados coincidentes. El efecto herding es cuando diversas casas encuestadoras convergen en sus resultados no por razones metodológicas o estadísticas, sino por señal o instrucción, es decir, por “pastoreo”.
5) La difusión de encuestas propagandísticas, con resultados discordantes a las periodísticas, fue muy clara en estas semanas. Es importante que la ciudadanía pueda detectarlas y diferenciarlas.
Durante el día miércoles circularon resultados parciales e incompletos, como si fueran filtraciones de los oficiales, cantando un ganador diferente a lo que finalmente resultó.
Quien puso acento en el asunto fue el aspirante Fernández Noroña, al afirmar que “nadie a esta hora sabe el resultado. No ha habido conteos parciales. No hay ninguna información: Todo lo que se diga es especulación o franca mentira”.
A la profesión encuestadora y a la profesión periodística que difunde sus resultados demoscópicos les corresponde también sonar la alarma, de manera que la ciudadanía no se confunda con el flujo de desinformación.
6) El proceso de Morena pudo tener un alto potencial de daños, tanto para la práctica de las encuestas en general, como para el instrumento de la encuesta como mecanismo partidario de selección. Algunas de las cosas que se dijeron el miércoles antes de que se dieran a conocer los resultados de la encuestas de Morena y sus espejos apuntaban a eso:
Fue “una locura de procedimiento”, afirmó Fernández Noroña en un video. El petista declaró que “hay casas encuestadoras que cometieron un error gravísimo y me parece que hay poca ética de quien las propuso y no haya dicho a estas alturas nada de ese asunto”. Remató diciendo que “la comisión de encuestas de Morena debe modificarse para los siguientes procesos; es quien más yerros cometió”.
Por su parte, Marcelo Ebrard señaló que “hemos encontrado, por desgracia, en la encuesta en curso, incidencias en proporción muy superior a lo que habíamos previsto”, y concluyó con que “esto debe reponerse. Ya no tiene remedio”. Para su mala suerte, las encuestas arrojaron una diferencia sustancial entre primero y segundo lugar, algo que ya se había planteado en este espacio como un requisito para el éxito del ejercicio.
7) Recordemos que las encuestas no son elecciones, las cuales, en teoría, se ganan o se pierden por un voto. Aun así, a las encuestas de Morena se les dio a ratos un tratamiento de elecciones, apelando a términos como “libres y justas”, “conteo o recuento de votos” y cosas por el estilo.
8) El proceso de Morena cumplió su objetivo político, pero quedan grandes pendientes por revisar. Entre ellos, responder si el uso de encuestas es un mecanismo de selección democrático o centraliza el poder de decisión; si se debe transparentar o conviene políticamente mantenerlo bajo una rigurosa opacidad para beneficio de los líderes partidarios, y si es un método que empodera a la ciudadanía o la excluye de la toma de decisiones políticas limitando su participación.
Mientras formulamos respuestas, el proceso electoral 2024 ya inició: bienvenidos a una nueva temporada de encuestas.