En El león y el unicornio: el socialismo y el genio inglés, ensayo publicado en 1940, George Orwell planteaba la necesidad de transformar el sistema de clases británico. La Gran Depresión había hecho estragos y la guerra entraba en su mayor apogeo. La oportunidad de transformación parecía inigualable. El problema era que, desde su punto de vista, la izquierda no terminaba de comprender el carácter nacional inglés, o se rehusaba a hacerlo. Parecía ilógico que el sentimiento patriótico igualara, o incluso superara, el peso de la conciencia de clase.
En un párrafo cuyos paralelismos contemporáneos pueden ser mera coincidencia, Orwell señalaba que la clase trabajadora sufriría terriblemente por la guerra, pero que aguantarían si tuvieran alguna prueba de que la vida por delante sería mejor. Parte de la prueba era un asunto de opinión pública: sugería Orwell que al sentirse el peso laboral y fiscal sobre la clase trabajadora, era importante que vieran que el golpe a los ricos era todavía más duro. “Y entre más fuerte sea el chillido de los ricos, mejor”, concluía retadoramente.
El discurso sobre las diferencias de clase está retomando centralidad en México en estos tiempos. Ello se debe, en parte, a los efectos que podría tener la pandemia y abrir aún más la desigualdad en el país. Al respecto, ¿cómo perciben los mexicanos el actuar gubernamental en medio de esta crisis sanitaria y económica? ¿Se percibe alguna inclinación hacia una clase social en particular?
La encuesta nacional de El Financiero, realizada a finales de abril, indica que el 34 por ciento de los entrevistados cree que las decisiones del presidente López Obrador en esta crisis de coronavirus benefician a todos los mexicanos por igual, sin importar clase social. Si sumamos un 18 por ciento adicional que opina que no se está beneficiando a nadie, en total el 52 por ciento no menciona ninguna referencia de clase en su respuesta. Unos ven beneficios para todos, y otros son más críticos y no ven beneficio para nadie, pero sin conflicto de clase.
Sin embargo, en el resto de las respuestas sí hay referencias de clase, aunque en un sentido que resulta, en un principio, contraintuitivo. Según la encuesta, 21 por ciento opina que las decisiones de AMLO benefician a los ricos, y el 13 por ciento opina que éstas benefician a los pobres. Entre ambos polos se menciona la clase media, con 6 por ciento, y las clases bajas, con 7 por ciento. Sorpresivamente, hay más mexicanos que perciben hoy que el gobierno de AMLO beneficia a los ricos que aquellos que creen que beneficia a los pobres.
Pero eso no es todo. Los que más creen eso son los mexicanos de menor nivel de ingreso. Entre los entrevistados de nivel económico medio alto y alto hay división de opiniones: 15 por ciento cree que se beneficia a los ricos y otro 15 por ciento a los pobres. En contraste, entre los entrevistados de nivel económico medio bajo y bajo, la percepción se inclina hacia un lado: 32 por ciento opina que se beneficia a los ricos y solamente 10 por ciento a los pobres. El resultado es inversamente orwelliano. Parece que los estratos bajos perciben que en esta pandemia los ricos la están sorteando mucho mejor. (Agradezco a mi amigo MSC por este insight).
Si acaso el ambiente político en México está tomando tintes de conflicto de clase, esta pregunta es apenas una probadita sobre el tema. Ciertamente se requieren más y mejores mediciones, tanto de intereses e identidades de clase, como de aquellos sentimientos de unidad nacional que podrían imponerse sobre la conciencia de clase, tanto en la emergencia como fuera de ésta. Según estos datos, poco más de la mitad de los mexicanos son pro o antiAMLO, pero no lo son bajo una óptica de lucha de clases. La pregunta es si, rumbo a la nueva normalidad, la desigualdad social se atenderá mejor polarizando a las clases sociales o definiendo objetivos en común. Por el bien de todos, ¿primero los pobres?; o por el bien de los pobres, ¿primero todos?