En semanas recientes se dieron a conocer distintos índices de democracia en el mundo, que nos permiten ver dónde se ubica México y cómo ha variado en los últimos años. Veamos qué dicen y, sobre todo, cómo se comparan con la opinión y el sentir de los mexicanos.
Un índice lo publica la organización norteamericana Freedom House, que rankea a los países en una escala de libertad. La posición de México ha variado poco en los últimos años, pero la variación ha sido a la baja. El estudio clasifica a México como un país “parcialmente libre” desde hace varios años, con un score de 60 sobre 100 en 2021. Como referente comparativo, Estados Unidos tuvo un puntaje de 83, Ucrania 61 y Venezuela 14 ese mismo año.
El score de México en 2021 es el más bajo de los últimos cinco años: en 2017 se registró un score de 65 puntos, en 2018 de 62, en 2019 de 63 y en 2020 de 62. La pérdida neta en ese periodo ha sido apenas cinco puntos, no muy contundente, pero a la baja. El estudio de Freedom House ha calificado bastante mal a México en libertad de prensa, sobre todo por la violencia hacia periodistas, lo cual seguramente tendrá este año un impacto negativo. Desde la métrica de FH, la democracia mexicana se ha deteriorado un poco.
Otro índice de democracia publicado recientemente fue el de la revista británica The Economist, la cual también registra una tendencia a la baja, sobre todo en 2021, cuando México obtuvo un score por debajo de seis puntos en escala de 1 a 10 por primera vez desde 2006, cuando inició el seguimiento. Además, México cambió de categoría conceptual, al pasar de “democracia defectuosa” (flawed democracy) a régimen híbrido (hybrid regime).
Los scores más altos desde 2006 se observaron en 2010 y 2011, con 6.93 en cada año. Luego el score fue bajando de 2014 a 2020, al pasar gradualmente de 6.68 a 6.07, y finalmente a 5.57 en 2021. De acuerdo con los criterios de ese estudio, la democracia en México va en descomposición.
Lo mejor evaluado de México en el Democracy Index en 2021 fueron los procesos electorales y la participación política, es decir, el INE y los votantes, para ponerlo de manera simple. Lo peor evaluado fue el funcionamiento del gobierno y la cultura política que impera en el país, que no necesariamente se refiere a la cultura de la sociedad en su conjunto, sino también la de la clase política.
Otro índice es el Bertelsmann Transformation Index, realizado en Alemania, que ubica a México en el lugar 57 de 137 países en una escala de transformación política. Nuestro país es catalogado por esa organización como una “democracia altamente defectuosa”, y nos pone un score de 5.95 en escala de 10. El reporte contiene varios indicadores de democracia a la baja en los últimos años en México, muy notoriamente la libertad de expresión y la separación de poderes, así como algo que denominan “compromiso con las instituciones democráticas”.
Cada uno con su metodología, los tres índices son muy interesantes y aportan mucho a la discusión sobre el estado de la democracia.
El tema de la separación de poderes lo medimos este mes en la encuesta nacional de EL FINANCIERO. El 36 por ciento de los mexicanos cree que en el país la separación de poderes se ha fortalecido en los últimos tres años, mientras que 54 por ciento, la mayoría, considera que el poder se ha centralizado en el Presidente. El dato confirma la tendencia registrada por el índice Bertelsmann en ese rubro.
Esas posturas tienen cierto tinte partidista: los oposicionistas y los apartidistas se inclinan mayoritariamente a creer que el poder se ha centralizado en la figura del Presidente. Pero los morenistas están divididos: una mitad ve fortalecimiento en la separación de poderes y otra mitad ve centralización de poder en el Ejecutivo.
En la encuesta nacional de febrero pasado también preguntamos si creen que México es una democracia o no. El 64 por ciento dijo que sí, y 28 por ciento que no, con el 8 por ciento restante sin opinión. Aunque los morenistas son los que más respuesta afirmativa dan, los oposicionistas y apartidistas también lo afirman mayoritariamente. No hay aún una percepción generalizada de que la democracia mexicana esté en retroceso, aunque los índices ya lo estén señalando. Habrá que estar pendientes de si esa percepción cambia. Por lo pronto, la tendencia a la centralización ya es clara en las medidas de opinión pública.