“En la última encuesta, porque yo tengo otro dato, el 71 por ciento de los mexicanos desea que sigamos gobernandoâ€, dijo el Presidente en su discurso del 1 de diciembre al cumplir dos años de gobierno. El 71% se volvió la nota, se destacó en las primeras planas y fue trending topic. Que el Presidente enfatice un dato de encuesta en su informe tiene varias lecturas y vale la pena examinarlo.
1. El Presidente fue electo para un periodo de seis años, es su mandato constitucional. Proponer una consulta de revocación de mandato refleja la importancia que AMLO da al continuo respaldo popular como una fuerza legitimadora. Además, incorporar encuestas como elementos retóricos en el discurso sugiere que el Presidente ve su popularidad como una señal de éxito de su gobierno. El 71 lo ubicarÃa por encima de otros presidentes anteriores al mismo momento.
2. Los polÃticos y gobernantes suelen darle un uso estratégico-comunicacional a las encuestas, destacando las favorables y descalificando las desfavorables. Esa conducta estratégica es común y trasciende personalidades y fronteras. Algunos le llaman cherry-picking polls, cosechando encuestas de cereza, eligiendo las buenas y desechando las otras. El 71 se ubica unos 10 puntos arriba del promedio de encuestas públicas.
3. El dato –el 71– tiene relevancia, pero lo esencial es el significado polÃtico: contar con un respaldo mayoritario. “Eso es lo fundamental, el apoyo de la mayorÃa del puebloâ€, dijo el Presidente. También le sirve contrastarlo con una minorÃa que, en la actual retórica presidencial, está compuesta no por ciudadanos en desacuerdo, sino por “conservadores†que se oponen al proyecto transformador. Ese contraste es una de las diversas caras de nuestra polarización actual.
4. Al ofrecer un número, 71, el Presidente dimensiona su apoyo, por lo que el anuncio de ir reportando sus encuestas con regularidad se vuelve un nuevo reto, sobre todo si las cosechas no son tan buenas. Al inicio, el gobierno de Vicente Fox daba a conocer encuestas perfumadas, con popularidad por arriba del promedio, pero en algún momento dejaron de hacerlo.
5. No es raro ver a un Presidente encuestador, pero al asumirse como tal abre nuevos frentes de batalla: Uno es metodológico. En la pregunta que presentó: “Si hoy fuera la consulta para valorar el trabajo del Presidente López Obrador, ¿usted votarÃa por que renuncie o por que termine su sexenio?â€, un ojo rigorista cuestionarÃa la frase que “termine su sexenioâ€, por su ambigüedad. No faltará quien señale una muestra telefónica desbalanceada, con 31 por ciento de hombres y 68 por ciento de mujeres.
6. El otro frente es polÃticamente más importante, el del dato mismo. La controversia de cuál dato es el bueno ha llevado en el pasado a innumerables, y en muchos casos inútiles, “guerras de encuestasâ€. Han sido guerras polÃticas, más que metodológicas, pero la vÃctima suele ser la credibilidad de los sondeos.
7. El Presidente a veces descalifica encuestas por “cuchareadasâ€, pero por años ha mostrado tener un profundo conocimiento técnico de la demoscopÃa. En 2006, cuando mandó al diablo “esas encuestas†que lo ponÃan en empate cuando él decÃa ir 10 puntos arriba, no se limitó a la retórica, sino que dio argumentos técnicos para fundamentar se creencia de que las encuestas estaban mal. Al final no lo estuvieron.
8. El antecedente de 2006, y ahora el 71%, nos permiten anticipar que el Presidente pichará sus encuestas unos diez puntos arriba del promedio de las públicas. Habrá que ver si es el caso.
9. Por lo pronto, en su informe mencionó otra estadÃstica que, si bien no es de una encuesta, sà puede corroborarse con encuestas: 70 por ciento de los hogares reciben algún tipo de apoyo del gobierno, dijo el Presidente. En la encuesta nacional de EL FINANCIERO de noviembre, el 40 por ciento de los entrevistados dijo que en su hogar alguien es beneficiario de programas sociales. Esta discrepancia de 30 puntos no es menor.
10. Por si surgió la duda, la aprobación al Presidente entre quienes reciben beneficios de programas sociales alcanza 68 por ciento, mientras que los no beneficiarios aprueban en 62 por ciento. Hay diferencia, pero no es tan significativa. Según la encuesta de EL FINANCIERO, el único grupo donde AMLO alcanza el 71 por ciento son los mayores de 50 años de edad. Queden ahà estos datos para ir comparando.