Las encuestas sobre aprobación presidencial que publica El Financiero, como la del pasado martes, suelen generar preguntas y comentarios muy interesantes sobre los que vale la pena reflexionar. Enlisto aquà una par de cuestionamientos recurrentes: ¿Si la economÃa no crece, por qué la popularidad es tan alta? ¿Si el crecimiento económico ha sido cero e incluso negativo, por qué se evalúa bien la labor del gobierno en manejo de la economÃa?
La primera pregunta se basa en una lógica de desempeño: los niveles de popularidad deberÃan reflejar hasta cierto punto el comportamiento de la economÃa nacional. Si ésta va bien, deberÃa traducirse en popularidad; pero si la economÃa va mal, ¿no deberÃa eso reflejarse en caÃdas de la aprobación presidencial?
La evidencia de algunos episodios en sexenios anteriores nos indica que eso no necesariamente es el caso. Durante los primeros tres años de gobierno de Vicente Fox, el crecimiento de la economÃa fue cercano a cero y eso no afectó seriamente los niveles de aprobación al presidente. Como he sugerido en otras ocasiones en este espacio, la aprobación presidencial puede ser, pero no necesariamente es, una medida de desempeño de gobierno; más bien es una medida de apoyo popular al gobernante. Por eso hay que entender qué hay detrás de ese apoyo. Entre las múltiples explicaciones, el desempeño económico es tan solo una.
Respecto al segundo cuestionamiento, relativo a por qué se cree que hay un manejo favorable de la economÃa cuando los datos 'duros' dicen otra cosa, recurrà a la propia encuesta buscando algunas pistas. Una de ellas tiene que ver con los beneficiarios de los programas sociales. Según la encuesta, que se realiza por vÃa telefónica, una cuarta parte de los entrevistados a nivel nacional nos dijo que recibe beneficios o apoyos de programas sociales del gobierno federal: el 7 por ciento los recibe directamente la persona, el 15 por ciento dice que lo recibe algún miembro de su familia, y el 4 por ciento, en ambas modalidades.
Entre los beneficiarios de programas sociales, la aprobación al Presidente es marcadamente más alta que entre los no beneficiarios. De acuerdo con la encuesta, el nivel de aprobación al mandatario es de 71 por ciento para el total de la muestra, de 82 por ciento entre los beneficiarios y de 67 por ciento entre los no beneficiarios. La brecha en popularidad que se observa entre unos y otros es de 15 puntos.
Pero eso no es todo. Según la encuesta, los beneficiarios de programas sociales evalúan más positivamente que los no beneficiarios cada uno de los rubros de gobierno abordados en el estudio, como la seguridad pública, la pobreza, la corrupción, la educación, la salud y, en especial, la economÃa. En ese último rubro se observa la mayor brecha de opinión: los beneficiarios evalúan positivamente el manejo de la economÃa en un 64 por ciento, mientras que los no beneficiarios en un 38 por ciento, una diferencia de 26 puntos. La siguiente brecha amplia se observa en educación, con 16 puntos de diferencia de opinión entre ambos grupos.
Recibir beneficios de programas sociales no solamente aumenta la popularidad presidencial, sino que se refleja en una buena valoración del manejo de la economÃa. Es probable que lo que venga a la mente de los beneficiarios con la pregunta no sea la macroeconomÃa sino la economÃa personal o familiar. Por si fuera poco, el seguimiento de encuestas de El Financiero documenta un aumento en el porcentaje de beneficiarios en los últimos meses, asà como un aumento en la popularidad entre los beneficiarios. Para el Presidente eso significa una mayor reserva de popularidad.
Queden ahà estos datos para abonar a la discusión sobre los actuales niveles de aprobación presidencial y las valoraciones de la gente con respecto al manejo de la economÃa.