Con base en la encuesta que EL FINANCIERO publicó esta semana sobre presidenciables rumbo a 2024, me permito actualizar el Ãndice del corcholatómetro, que comenzamos en este espacio desde junio pasado. Es un Ãndice que se compone de diversos indicadores de la encuesta, incluidos aspectos como la opinión, la preferencia, la imagen y el nivel de conocimiento de cada corcholata o figura presidencial.
Pues resulta que el año inició con movimientos muy marcados que denotan una convergencia de las diversas corcholatas hacia posiciones similares de apoyo: la jefa de Gobierno de la CDMX, Claudia Sheinbaum, cuya imagen fue golpeada por el accidente y por las fallas recientes en el Metro, bajó su puntaje promedio de 38 a 35 puntos entre diciembre y enero, acumulando cinco puntos de caÃda desde noviembre, cuando registró 40 puntos.
Por otra parte, el canciller Marcelo Ebrard avanzó de 31 a 34 puntos en el último mes, para situarse a tan sólo un punto de Sheinbaum. Parece que la Cumbre de LÃderes de América del Norte sà abonó a su causa.
El secretario de Gobernación, Adán Augusto López, ganó siete puntos, al subir de 18 a 25 entre diciembre y enero. Con este tremendo salto, el tabasqueño queda a sólo nueve puntos de Ebrard y a 10 puntos de Sheinbaum; nada mal, considerando que en julio venÃa con un rezago de 20 y 21 puntos detrás de ellos, respectivamente.
El senador Ricardo Monreal, quien finalmente obtuvo el reconocimiento de AMLO como corcholata de Morena, avanzó cuatro puntos, al pasar de 15 a 19 en el último mes.
En el tablero de la candidatura presidencial, todas las corcholatas avanzaron en enero, excepto Sheinbaum.
Pero debo señalar que la trayectoria de convergencia no es necesariamente una buena noticia para el método de selección de Morena, la encuesta, ya que entre más se acerquen entre sÃ, entre más competido esté el escenario, más difÃcil resultará que una encuesta defina la candidatura.
Imagine que al momento de la encuesta ‘oficial’ se da un triple o un cuádruple empate estadÃstico; es decir, un escenario en el que la diferencia en el apoyo recibido por cada figura presidencial sea de apenas uno o dos puntos porcentuales.
Una encuesta no tendrÃa la capacidad de definir un ganador con diferencias dentro de margen de error, y las pugnas en torno al método de selección podrÃan tornarse conflictivas. En otras palabras, una alta competitividad podrÃa hacer tronar la encuesta.
Basta ver el caso de Coahuila, donde ni siquiera hubo cercanÃa en los porcentajes del ganador y el segundo lugar de la encuesta, para darse cuenta de las potenciales consecuencias polÃticas del método.
En versiones anteriores del corcholatómetro he hecho la observación de que el mejor escenario para la encuesta de Morena es que, eventualmente, una de las figuras presidenciales despunte y se separe con la suficiente diferencia en su apoyo para no dejar dudas ni dar pie a rompimientos, pero la trayectoria de las corcholatas va hoy en el sentido inverso, hacia márgenes de diferencia más pequeños entre sÃ.
De ahà el encabezado de esta columna de hoy: de seguir aumentando la competitividad entre las corcholatas, podrÃa darse un choque de trenes. Si usted pensó que me referÃa al accidente del Metro, no es asà (bueno, quizás un poco, dado que a eso hemos atribuido la caÃda de Sheinbaum en las encuestas este mes), pero en realidad la metáfora tiene que ver con lo que se avecina, si continúa la trayectoria de convergencia entre las opciones del partido oficial.
Por lo pronto, el titular de Segob va al alza, Ebrard acaricia el liderato y Monreal ya no es la oveja negra.
Del lado de la jefa de Gobierno planteo dos escenarios, uno mucho más probable que otro. 1) Que después de su descalabro meta el acelerador para tratar de recuperar el terreno perdido en este mes, con las implicaciones que eso tenga, o 2) que, siguiendo la moda de Jacinda Ardern, anuncie que ya no trae el tanque lleno y opte por el hashtag #YaNoEsClaudia, dedicándose enteramente a la CDMX. ¿Cuál ve usted más probable?