Ya entrado el quinto mes de gobierno, vale la pena preguntarse qué piensa hacer el presidente López Obrador con su enorme capital polÃtico, reflejado en los altos Ãndices de aprobación ciudadana que arrojan las encuestas. Una opción es tratar de conservarlo y que este vaya rindiendo frutos en las elecciones, por lo menos de aquà a 2021, cuando también se lleve a cabo la consulta, formal o informal, de revocación de mandato.
Otra opción es invertir su capital polÃtico; es decir, apostarlo, asumiendo los riesgos de la profunda transformación del paÃs que tanto ha enfatizado en su discurso y que lleva el branding de su gobierno: la cuarta transformación o 4T. Apostar el capital polÃtico no quiere decir perderlo, sino tomar riesgos en los procesos de transformaciones sustanciales que él ha prometido y que gran parte de la ciudadanÃa espera.
Las estrategias de comunicación del Presidente probablemente le han ayudado a mantener alta su popularidad. Las conferencias mañaneras son para ello un activo fundamental. De acuerdo con la más reciente encuesta de El Financiero, el 49 por ciento de los entrevistados dijo haber visto o escuchado las conferencias mañaneras durante el último mes, mientras que 51 por ciento no las vio ni escuchó. Entre los primeros, la aprobación a López Obrador alcanza 86 por ciento; entre los segundos, 70 por ciento. Ya sea a través de estas o en otros foros, el Presidente pone agenda, fija los términos de discusión, acorrala y desarticula a sus adversarios, y se impone en la narrativa pública. A AMLO se le puede ver y escuchar todos los dÃas.
Pero la comunicación y los sÃmbolos no van a transformar al paÃs por sà solos, o por lo menos no de manera duradera y sustancial. Como parte de la transformación, la gente espera más seguridad, mejores condiciones económicas, menos corrupción, menos pobreza, por mencionar las principales preocupaciones que se reflejan en las encuestas, pero también salud, educación, empleos, seguridad social, servicios públicos, mejoras en la calidad de vida, y un largo etcétera.
Por lo mostrado hasta ahora, el Presidente sà ha arriesgado algo de su capital polÃtico, al proponer y accionar polÃticas públicas potencialmente divisivas, y para algunos controversiales, pero que él considera correctas. Ahà están la cancelación del aeropuerto, la propuesta de la Guardia Nacional, la refinerÃa, el Tren Maya y el retiro de apoyos a las estancias infantiles, como botón de muestra. También están los nombramientos de colaboradores o miembros de distintos organismos públicos e instituciones que han sido objeto de cuestionamiento, pero que él ve como idóneos.
El Presidente también ha optado por evitar riesgos en algunas circunstancias: ahà está su cautela ante el presidente Trump, aun y cuando como presidenciable asumió un papel de protector en el mensaje que dio luego del sorpresivo triunfo electoral del magnate en 2016.
El Presidente y su equipo también evitan la exposición en foros abiertos en plazas potencialmente hostiles. Es probable que la rechifla en el estadio de beisbol no la esperaban, pero las chispas de presentarse a conmemorar el 100 aniversario luctuoso de Emiliano Zapata en Chinameca sà eran esperables, por lo cual optaron mejor ir a Cuernavaca. Sin duda, el lugar ideal para esta importante conmemoración centenaria era la exhacienda de Chinameca, donde asesinaron al Caudillo del Sur, pero, según reportó la revista Proceso, la plaza estuvo prácticamente tomada por gente de San Salvador Atenco, por el Congreso Nacional IndÃgena, por el EZLN y, según otras fuentes, también por opositores a la termoeléctrica de Huexca. Todo un coctél antigobierno.
Al no ir a Chinameca, el Presidente quizás se evitó un fuerte abucheo público con su respectivo eco en redes sociales. Pero su ausencia deja un mensaje a una población cuyo ADN zapatista es desconfiar de los polÃticos y gobernantes desde que se sintiera traicionada por Madero. Habrá que seguir viendo con atención cómo maneja el Presidente su capital polÃtico en su intento por transformar al paÃs.