En estos dÃas que las figuras presidenciables de Morena han acaparado la atención pública, vale la pena balancear un poco y hablar de la alianza opositora rumbo a 2024, en especial de la compatibilidad de sus electorados base.
Saber qué opinan los seguidores del PAN y del PRI acerca de sus oponentes morenistas y obradoristas, y viceversa, es útil para entender la naturaleza de la competencia polÃtica actual.
Pero saber qué opinan panistas y priistas acerca de sà mismos nos ayuda a entender lo que hay detrás del respaldo, la motivación y el compromiso (o la falta de) con una alianza opositora en las próximas elecciones.
En la encuesta nacional de El Financiero, realizada en mayo pasado, incluimos una pregunta para saber qué opinan las personas acerca de quienes se identifican como panistas, como priistas, como morenistas y como obradoristas.
La expectativa era comprobar el alto nivel de rechazo u opinión negativa hacia los grupos del bando polÃtico contrario.
Pero de los datos surgió algo que resulta tan interesante o más que eso. A pesar de la narrativa oficialista actual que señala a un PRIAN como lo mismo, los datos nos recuerdan que panistas y priistas se distinguen en sus opiniones y que no reaccionan de igual manera al bloque morenista. O sea, no son lo mismo.
La encuesta indica que los panistas expresan una opinión positiva de sà mismos y una opinión negativa de los morenistas; pero dividen opiniones respecto a los priistas. Casi la mitad de panistas opina bien del priismo y la otra mitad se expresa mal. Hay un sector favorable y otro hostil.
Por otro lado, la encuesta revela que los priistas expresan opiniones neutrales respecto a sus aliados panistas, pero también hacia sus oponentes morenistas, como si fueran indiferentes hacia ambos grupos polÃticos.
Estas diferencias marcan una interesante asimetrÃa en cómo los seguidores de los principales partidos de la alianza opositora ven y perciben la competencia polÃtica.
Quizá quienes lideran la alianza opositora ya se habrán dado cuenta de esto, pero las implicaciones son de sobra interesantes: mientras que priistas pueden responder a candidaturas aliancistas con indiferencia si son del PAN, panistas lo hacen de manera ambivalente, con una mitad a favor y la otra en contra, si son del PRI.
El voto aliancista no está garantizado: depende de personalidades, contexto y circunstancias.
Según la encuesta, a panistas y priistas los une más el antiobradorismo que el antimorenismo, que tampoco es lo mismo.
La mayorÃa de los panistas son hostiles hacia los morenistas, pero entre los priistas predomina la neutralidad hacia ellos. De nuevo las asimetrÃas. No obstante, tanto panistas como priistas rechazan a los obradoristas, lo cual significa que ese sà es un potencial factor de unidad.
Por su parte, las y los morenistas son todavÃa más favorables a los obradoristas que hacia sà mismos. A la ‘4T’ la une más el lÃder que el partido. Por ello, no sorprenda el discurso obradorista, más que morenista, de las corcholatas presidenciales.
Las implicaciones que veo en estos datos son: 1) en el electorado, panistas y priistas no son la misma especie polÃtica; 2) su apoyo a una candidatura aliancista es muy factible, pero no está garantizado; 3) priistas son indiferentes hacia panistas y morenistas, pero su afinidad con el PAN es ser anti-AMLO: ¡es el obradorismo, stupid!; 4) morenismo y obradorismo coinciden, pero lo segundo domina.
Dejo para otra ocasión un análisis de las y los apartidistas, esa mayorÃa que inclina las elecciones hacia uno u otro lado.