Las barbas del vecino​

"¿Quién guardará a los guardianes?", Juvenal.
 
En su penúltimo ridículo, esta vez internacional, Andrés Manuel llamó a los parlamentarios europeos, entre otras lindezas: borregos, corruptos, hipócritas, mentirosos. Y digo que fue él porque ha reconocido ser el autor de la redacción del vergonzante, si hubiera vergüenza, escrito. La airada reacción se produjo ante el señalamiento de una evidencia como la inseguridad salvaje del país, y más concretamente el hecho tangible de ser probablemente México el país más peligroso del mundo para el ejercicio del periodismo. Verdades que ofenden. Reacción, en cambio, que no sirve para ocultar dicha verdad, y sí para poner, tristemente, una vez más en evidencia la falta de contención del líder de la 4T. Por llamarlo de una forma suave. Quien así procede no se gobierna ni a sí mismo, difícilmente, como afirmó Confucio, podrá gobernar a los demás.
 
Pero lo que aquí nos interesa es uno de los argumentos, torticero por demás, que utiliza en defensa de tales dislates. Afirma que si tal situación fuera cierta el Presidente no tendría el apoyo del 66 por ciento de los ciudadanos, según una encuesta de cuyo nombre no quiero acordarme. Pues bien, eso es a día de hoy falso. Fue cierto mucho tiempo, pero ya no lo es. Según los datos de SABA Consultores, AMLO sigue en caída libre por sexta semana consecutiva, y en este momento, en el mejor de los casos, disfrutaría de algo más del 54 por ciento de aprobación. Pero probablemente la verdad es más pesimista, porque en ese indicador repite alerta negativa y cae en picado. En desaprobación y en calificación sigue la misma evolución, y solo se libra de la correspondiente alerta por el obligado recálculo de los límites de control. Suceden aquí dos cosas: que el Presidente se ha tomado la estabilidad de su aprobación, el respaldo atesorado, el gran depósito de esperanza que ha dilapidado, como una patente de corso. Pero también, y lo que es peor, que está empezando a vivir fuera de la realidad, que es la costura por donde se descose la camisa de todos los megalómanos que en el mundo han sido.
 
El cierre de filas de los gobernadores de Morena en torno a su líder no le hace a este ningún favor. Lo que necesita López es que alguien en quien confíe, si es que lo hay, le diga la verdad y lo conduzca al camino de la cordura. Porque si da patadas de ahogado conservando aún el favor de algo más de la mitad de los ciudadanos, quién sabe qué se pueda esperar cuando realmente se vea acorralado. La situación de sus respaldos sigue siendo la misma: frenan este prolongado desgaste quienes reciben apoyos sociales, un estrato que es su única fortaleza. Pero siendo la caída de AMLO prolongada y aguda, mucho más lo es la del poder adquisitivo de los mexicanos, que se va a ver aún más mermado con el subsidio que pretende evitar un gasolinazo de proporciones bíblicas. Llene el tanque, AMLO le invita… con el dinero de usted.
 
Los datos de este monitoreo son previos a una noticia de impacto: El Bronco, que supuso en su día un fenómeno mundial en nombre de los independientes y suscitó en Nuevo León una ola de esperanza, estaba ayer posando en un penal para unos retratos de frente y de perfil. No dudo, de momento, de la honradez de AMLO, pero cuando se ve cortar las barbas de un vecino, conviene poner las propias en remojo. Ojalá quienes rodean al Presidente abandonen el temor reverencial y empiecen a aconsejarlo mejor y a pensar menos en sustituirlo en la poltrona. Quizá estén a tiempo de al menos detener esta devastación. Enfrente, asoma Luis Donaldo, pero todavía está muy verde y muy solo. ¿Habrá quien quiera acompañarlo?

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