“Si el emperador me quiere, que me pague, pues con solo el honor de estar con él no me alcanza para mis gastos”, Wolfgang Amadeus Mozart
El pasado sábado se recabaron los datos de la medición nacional de SABA Consultores, y el rasgo más destacado es que todo indica que el desgaste de AMLO se va a mantener. Se dirá que no es en absoluto suficiente para que sus rivales tengan posibilidad de hacer sombra al candidato oficialista (que eso es ahora Morena) que aspire a la presidencia en 2024. Y es cierto, mientras no haya enfrente nadie capaz de aglutinar el descontento. Pero también es verdad que, poco a poco, y a causa de la reconfiguración de sus respaldos, sea quien sea el aspirante puede convertirse en un gigante con los pies de barro. Por cierto, que hace pocos días Enkoll publicaba una encuesta en la que afirmaba sin empacho que Claudia es puntera en la interna. No es cierto. La situación sigue siendo de empate técnico, si bien en este último monitoreo han sucedido dos cosas: que ella y Ebrard han revertido sus tendencias previas, la de la favorita del jefe pasando al alza, y la del canciller a la baja; y que han aumentado las antipatías hacia los dos. La polarización también hace estragos en Morena. Y luego está Monreal, que quiere ser freelance, pero no termina de decidirse.
Las Cartas de Navegación Política nos hablan de esa redistribución de los apoyos a Andrés Manuel. Avanza en zonas rurales, en el sureste, y entre quienes carecen de estudios, así como en un estrato de ingresos entre 2400 y 5000 pesos, que bien puede representar quienes aumentaron sus muy exiguos ingresos gracias a los apoyos sociales de la 4T. Quienes los perciben, en general, siguen siendo por supuesto su fortaleza más sólida. En cambio, retrocede entre quienes tienen maestría o licenciatura, en las áreas urbanas, y específicamente en Ciudad de México. Todos ellos, cada cual a su manera, sectores bastante influyentes que le han retirado su confianza al Presidente. Se preguntaba la pasada semana “El País” si puede AMLO (o quien le suceda) gobernar sin las clases medias. Y ese es justo el problema que tiene -Andrés Manuel y se resiste a aceptar: que los sectores con menos estudios y más pobres son quienes menos se movilizan en el momento electoral. Eso lo entendió muy bien el PRI de la “presidencia imperial”, y fue precisamente cuando perdió al estrato medio cuando empezó a perder el poder. Lo que pretende AMLO es peor, no es gobernar sin ese sector, sino en contra de él. Una anécdota, seguramente apócrifa, cuenta que María Antonieta, reina de Francia, dijo que si el pueblo no tenía pan, que comiera pasteles. No sabía dicha señora lo cerca que tenía la guillotina, y ese es el grave inconveniente de quienes viven fuera de la realidad.
Así que de los dichos a los hechos hay grandes trechos. Andrés Manuel confía en su púlpito mañanero y en sus habilidades de conductor de masas, pero me temo que no interioriza que las masas que le siguen son, casi únicamente, las que cobran por ello. Eso es probable que ocurra también en la contramarcha que está programando. Tiene la gran suerte de no tener por ahora a nadie de entidad que se le oponga, pero pierde de vista que nunca ha tenido la virtud de ser dueño de sus silencios, y sí el gran defecto de ser esclavo de sus palabras. El que mucho habla, mucho yerra, y esos sectores medios, junto a los más informados y formados, ya no pican el anzuelo. Ojalá tome nota, hable menos, y haga más. A don Lázaro Cárdenas, a quien, ya fuera de la presidencia, siempre se le andaba pidiendo que interviniera más, lo llamaban la “Esfinge de Jiquilpan”, por sus presuntos silencios. Y eso que sus pronunciamientos no fueron escasos. ¿Cómo pasará a la historia este Presidente tan locuaz, amigo de hablar mucho y hacer poco? Quizá aplique el “Merolico de la Chingada”. Lo digo por su rancho, claro.
Andrés Manuel confía en su púlpito mañanero y en sus habilidades de conductor de masas, pero me temo que no interioriza que las masas que le siguen son, casi únicamente, las que cobran por ello.
23/11/2022