La segunda vuelta en la elección presidencial brasileña será pasado mañana, el domingo 30 de octubre. ¿Quién ganará? ¡Sepa la chingada!, estamos, como siempre en estos casos, ante la incertidumbre, y por ello se hace necesario acudir a recursos que nos permitan anticipar el resultado.
La forma más antigua de conocer anticipadamente los acontecimientos es la hechicería, que ha estado entre nosotros desde la antigüedad; el oráculo de Delfos y sus pitias, o pitonisas, también conocidas como sibilas, en honor a la primera pitia cuyo nombre era Sibila.
Hoy en día, en cada rincón del país, podemos encontrar diferentes variantes de hechicería, desde aquellos que leen las cartas, el te, entran en contacto con seres de luz, etc., y próximamente se anuncian modernos pitonisos que leerán las nalgas, orientados fundamentalmente a clientes preocupados por su futuro político.
La hechicería es milenaria, nos viene desde por lo menos 600 años antes de Cristo en la antigua Grecia, y se augura que dure mientras haya pendejos en el mundo, o sea que será eterna.
Con el renacimiento inició el portentoso desarrollo de la ciencia, que pronto empezó a competir con la hechicería en el campo de la adivinación. Todavía hoy nos sorprende que nos “adivinen” el día, hora, minuto y segundo en que podremos ver, a simple vista, el paso de un cometa por el firmamento, y en el campo social, la ciencia de la toma de decisiones ante la incertidumbre, la Estadística, según Sir. Ronald Fisher, para jugar a adivinar el futuro nos regaló, inicialmente, a las encuestas, las cuales funcionaron muy bien durante casi 50 años, pero llevan todo este siglo dando las nalgas. El ridículo más reciente lo hicieron en Brazil, cuando vaticinaron que Lula le ganaría a Bolsonaro en la primera vuelta, pues le daban una ventaja muy holgada y le estimaban a Lula arriba del 50%.
Hoy Bolsonaro pretende llamar a cuentas de la justicia a las encuestadoras por equivocarse, pero debería de estar más tranquilo, pues son las propias encuestas, que ahora estiman una ventaja estrecha de Lula sobre él, las que auguran su posible triunfo.
La explicación de lo anterior es por la composición de la fuerza de Lula, que tiene como soporte fundamental a los sectores pobres brasileños, así como en México son el mayor soporte de AMLO y Morena. Estos sectores son considerados en las muestras aleatorias de las encuestas, pero por su propia condición de marginación son los que menos acuden a las urnas. Esto es, su fuerza electoral llega a las urnas muy mermada. Por ello fallaron en la primera vuelta las encuestas, y ahora podrían volver a fallar, con una posible derrota de Lula.
A mi me gustaría que ganara Lula; sus resultados como presidente fueron buenos. Se redujo la desigualdad, creció la economía, bajó el número de pobres, etc,, justo como con AMLO sucederá, si le dan la oportunidad de gobernar al menos 20 años más.
Las sibilas del Oráculo de Delfos eran originalmente jóvenes vírgenes, pues se consideraba que la pureza era necesaria para entrar en contacto con los dioses, pero ocurrió que un día a una infortunada sibilita la violaron; desde entonces fueron sustituidas por sibilonas mayores de 50 años, sin que haya reportes de que hubieran violado a alguna de ellas, en un claro acto discriminatorio.
En el caso de las encuestas ocurre algo similar. Las empezaron a violar para ser usadas con fines propagandísticos, y como consecuencia se prostituyeron, pero no han sido sustituidas como lo hicieron en el Oráculo de Delfos.
Peor aún, en casos como el de AMLO, las está utilizando para enmascarar decisiones autoritarias en la selección de candidatos, alegando que son decisiones democráticas.
AMLO no solo participa y se beneficia de la prostitución de las encuestas, ha ido más allá: tiene su propio congal de encuestadoras, y ya le está echando el ojo al INE, para adquirirlo como sucursal de su congal.
Así las cosas compañeros. Esperemos la decisión de los brasileños.
Libertad, igualdad, fraternidad y racionalidad.
