Desde hace poco más de un mes he apreciado dos tipos de discurso entre los políticos de la 4T. En uno, polarizante, AMLO es la voz cantante. En el otro, el conciliador, destacan Ricardo Monreal y hasta un poco Adan Augusto López. Ubico también entre ese grupo que llamo los sensatos, a Marcelo Ebrard, aunque él se maneja con la cautela debida, buscando el momento en que AMLO tenga que tragar camote, y de su brazo a torcer en favor de él como el abanderado de la 4T.
De ser así todos ganaríamos perdiendo y perderíamos ganando. No es lo más deseable, pero sí lo más que podríamos conseguir. Las otras alternativas son los locos de izquierda, que actualmente influyen, y los locos de derecha, que Dios nos libre de ellos. La supuesta oposición está ya de hinojos ante AMLO, pero girados 180 grados.
Pues bien, resulta que cuando AMLO se ve jodido (ante Biden), como los ciudadanos nos vemos jodidos ante él y los puñales que lo acompañan, recurre no a su discurso polarizante habitual, sino al otro discurso, que no es el que corresponde a su praxis política. Veamos como cierra su discurso de hoy en el festejo de la independencia:
“Hay que dejar atrás resentimientos, entender las nuevas circunstancias. Buscar la reconciliación. Es tiempo de la hermandad y no de la confrontación. Como lo señalaba José Martí, el choque puede evitarse con el exquisito tacto político que viene de la majestad”.
Claro, es lo que AMLO le pide a Biden, con la esperanza de encontrar la misma sensibilidad que muestra al regalarle vacunas para que las regale más adelante; pero eso es justo lo que muchos mexicanos le piden, sin encontrar ningún asomo en él, de esa majestad (grandeza de espíritu) por la que clama José Martí.
Tanto AMLO como Díaz-Canel, piden respeto y libertad a los gringos, para ellos poder ser irrespetuosos y tener limitada su libertad a sus ciudadanos. En un caso, el de Cuba, a chingadazos sin el menor pudor, y en el otro haciéndose pendejos con el tema de seguridad, teniendo como lema la frase (por no decir mamada) de “abrazos no balazos”.
¡Así las cosas compañeros, ni modo!
