La frase lapidaria que da nombre a esta columna es parte de uno de los testimonios que recogió Karina García Reyes, quien como parte de la elaboración de sus tesis doctoral presentada en 2019, entrevistó a 33 ex narcotraficantes mexicanos para recoger, de viva voz, elementos valiosos para su investigación académica.
Afortunadamente, Karina encontró en el camino que de esa tesis doctoral, con la ayuda de buenos editores, había materia prima para una obra de difusión al público en general, cuyo fruto es el libro "Morir es un alivio. Las reveladoras historias de 12 ex narcos que lograron escapar del crimen organizado" (México: Editorial Planeta Mexicana, 2021, prólogo de Sergio Aguayo, 271 pp).
Ella es ahora doctora en Ciencia Política por la Universidad de Bristol (Reino Unido), misma institución en donde es académica e investigadora y egresó de Relaciones Internacionales en el ITESM Campus Monterrey.
Me parece que Karina logra dar con este libro un paso muy importante en la difusión de su análisis y trabajo de campo: alcanzar la difusión editorial hacia el gran público, además de su alcance académico inicial con su tesis doctoral.
No es fácil para los académicos dar este paso, y menos en un terreno de investigación tan complicado y pantanoso como es todo lo relacionado con el narcotráfico. Se le agradece a Karina su buena disposición para abrirse al público.
Su libro se divide en tres partes, en la primera de las cuales expone su análisis sobre la naturaleza de la guerra contra las drogas, los intereses que fomentan el narcotráfico, etcétera, resumida en una cuadro sinóptico en el que refleja los ocho mitos y realidades sobre el narcotráfico en México.
La segunda parte incluye 12 entrevistas seleccionadas entre su trabajo de tesis doctoral con los testimonios directos de los ex narcotraficantes. En una tercera parte, en sus reflexiones finales, aborda a detalle la idea que da título a su libro: ¿Por qué morir es un alivio?
Tras la lectura, no puede uno dejar de sentir exactamente lo mismo que confiesa la autora:
"En mi vida, hay un antes y un después de esta investigación. Hay imágenes que no puedo olvidar y atrocidades que ya no puedo ignorar. En un principio examiné racionalmente estas historias. Ahora, a la distancia y con la perspectiva que sólo el tiempo puede conceder, me he permitido examinarlas desde un ángulo humanitario. Invito a los lectores a que me acompañen en este recorrido hacia una comprensión más humana de una realidad que no debemos seguir simplificando".
En una parte de su libro, Karina refuta el mito de que la guerra contra las drogas ayuda a combatir al crimen organizado al argumentar que "gracias a que la atención mediática y los recursos económicos se concentran en perseguir a narcotraficantes y confiscar estupefacientes, los delitos de trata de personas, tráfico de órganos, tráfico de armas, explotación y pornografía infantil se fortalecen al permanecer al margen de la guerra contra las drogas".
Concuerdo con el Dr. Sergio Aguayo, investigador de El Colegio de México, cuando en el prólogo del libro dice que sus "testimonios permiten entender las bases sociales de la violencia criminal en México y conducen a una conclusión inevitable: las batallas son a balazos, pero también involucran las mentes y los corazones de gobernantes y ciudadanos. Después de todo, para combatir la violencia hay que entenderla y eso supone leer libros como el de Karina García Reyes".
Los invito a asomarse, estimados lectores, a los testimonios de Arturo, Lalo, Travis, Rocky, Cholo, Ruperto, Temo, Benicia, Caballo, Miguel, Kiko y Emilio. Duele considerar que para ellos morir sea un alivio.
