El honor militar

Rogelio Ríos

MIRADA AL MUNDO
No veo un escenario que sea de ganar-ganar para México en todo esto: el Ejército de Peña Nieto es el mismo de López Obrador.
19/10/2020

Si el juicio al narcotraficante Joaquín “El Chapo” Guzmán, en una Corte en Nueva York, se percibió en México como un proceso al gobierno de Enrique Peña Nieto, el del General Salvador Cienfuegos podría derivar en un proceso judicial al Ejército mexicano del Gobierno de López Obrador.

¿Cuál es la diferencia en ambos casos? Bueno, una que me parece fundamental es que la estructura del Ejército y su dinámica interna difiere, en contraste con otras Secretarías de Estado, en el sentido de que es una burocracia contínua, sujeta a cambios sexenales en sus cabezas, pero subordinada a la disciplina militar y al escalafón de ascenso en la jerarquía.

Es complicado, si no francamente imposible, aplicar el criterio de que lo del General Cienfuegos y los militares que resulten involucrados eventualmente en el juicio, son solamente unas “manzanas podridas”: se remueven, y ya, asunto arreglado.

Por el contrario, quienes estuvieron bajo su mando directo son ahora, como en el caso de Luis Cresencio Sandoval (actual Secretario de la Defensa Nacional), quienes ocupan los más altos puestos militares. Eso, por sí mismo, no es evidencia de complicidad criminal, pero sí es materia suficiente como para abrir una investigación interna en México, la cual, hasta el momento, no existe.

La crisis desatada por la detención del Gral. Cienfuegos en Los Angeles, California, es hasta el momento mediática, pero lejos de “favorecer” a los intereses del Presidente López Obrador en el corto plazo, en realidad, va a poner en un predicamento al Ejército mexicano, un aliado indispensable en su proyecto político.

Cualquier golpe a la integridad y honor de los militares es un golpe a la institución en su conjunto. No puede ser de otra manera si consideramos que la cadena de mando exige una disciplina férrea (el equivalente a la “obediencia ciega” en el ámbito de la burocracia civil) y una disposición absoluta para ejecutar las órdenes recibidas sin cuestionamientos.

¿Puede usted imaginarse que el Gral. Cienfuegos fue un lobo solitario que, sin que sus oficiales se percataran, pudo, desde la cima de la Secretaría de la Defensa Nacional, fraguar una supuesta alianza con un cártel de las drogas? ¿Y que en todos esos años al frente del Ejército ningún oficial a su servicio, incluyendo al Gral. Sandoval, se diera cuenta de lo que estaba pasando?

En tanto no lo determine en una sentencia un Juez federal en Estados Unidos, el Gral. Cienfuegos debe gozar de la presunción de inocencia, tener las garantías de un debido proceso y recibir la asistencia consular debida en su calidad de ciudadano mexicano.

Viniendo las acusaciones y las acciones de su detención desde la DEA (Drug Enforcement Agency, por sus siglas en inglés) y en vista del gusto de esa agencia por las acciones espectaculares, como lo fue la detención de Cienfuegos, debemos esperar más revelaciones de corte sensacionalista en el juicio, aunque al final todo lo que se diga en la Corte se tendrá que probar.

De esas declaraciones, como durante el juicio a “El Chapo”, saldrá mucho combustible para el gobierno de López Obrador que podrá, quizá, acomodarse a sus banderas de la lucha contra la corrupción.

Pero no veo un escenario que sea de ganar-ganar para México en todo esto: el Ejército de Peña Nieto es el mismo de López Obrador, hay continuidad en los mandos, y quienes sirvieron a las órdenes del Gral. Cienfuegos lo hacen ahora para el Gral. Sandoval. Si no hubo abierta complicidad de ellos, por lo menos se pondrá en evidencia una falla fundamental de la “obediencia ciega”: la incapacidad de resistirse a cumplir órdenes cuando implican posibles ilícitos, la falta de carácter para poner el honor militar por delante de los intereses políticos del momento.

Por eso hablo de un daño fuerte al Ejército, cuando es un ex Secretario de la Defensa Nacional, egresado del Colegio Militar, de la Escuela Superior de Guerra y del Colegio de la Defensa Nacional, quien enfrenta cargos por colusión con narcotraficantes en Estados Unidos, no en México.

En este asunto, como en el de “El Chapo”, el Gobierno de México y los mexicanos todos, somos espectadores del accionar de agencias del gobierno norteamericano y, en particular, de la DEA, cuyos métodos en México y América Latina, lo sabemos, se mueven entre las líneas confusas de lo lícito e ilícito, del intervencionismo y el respeto a las soberanía de los países.

En resumen, y hasta este momento, asistimos a un Teatro Guiñol en el que somos las marionetas, no el titiritero. O para utilizar la frase genial de Manuel De Falla: “mal haya quien nace yunque, en vez de nacer martillo”. ¿Qué va a pasar con el honor militar?

Rogelio.rios60@gmail.com



ROGELIO RÍOS estudió Relaciones Internacionales y es periodista de opinión sobre México y el mundo.

Las opiniones expresadas por el autor no reflejan necesariamente el punto de vista de MOBILNEWS.MX

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