En un momento crítico de la guerra de agresión rusa a Ucrania en donde se reviven temores de un conflicto nuclear, el Presidente Biden publicó su Estrategia de Seguridad Nacional el 13 de octubre.
Hace 60 años, por estos días, el mundo pasó en 1962 varios días en vilo cuando en Washington descubrieron los preparativos en territorio cubano para la instalación de misiles rusos con cabezas nucleares, y la Armada de Estados Unidos decidió bloquear la llegada de los buques rusos a la isla.
Vladimir Putin parece haber escogido estos días de remembranza de la Crisis de los Misiles para deslizar aquí o allá, o a través de su MInistro Lavrov, que Rusia recurriría al uso de armas nucleares en Ucrania de ser necesario.
Por eso cobra especial importancia la difusión de la Estrategia de Seguridad Nacional del gobierno estadounidense, pues marca el rumbo que seguirá la gran potencia y arroja luz sobre su percepción de los conflictos internacionales.
Bien haríamos desde México estudiar a fondo el documento, desmenuzar y tomar nota de la visión de seguridad de la Casa Blanca que tiene repercusiones enormes para nuestro país. Simple y sencillamente, nos obliga a tomar partido en sus objetivos fundamentales.
A reserva de estudiarlo a fondo, tomé como base la Nota Informativa de la Casa Blanca para compartir con ustedes lo que considero, por lo pronto, algunos puntos importantes:
1. La Estrategia se cimenta en el concepto de “competencia geopolítica” como el centro de sus acciones. Además de la competencia económica con China, al considerar la competencia en el terreno geopolítico se suma a lo económico la disputa por la prevalencia de la democracia, sus valores e instituciones que van de la mano de la economía de libre mercado.
2. “El desafío estratégico más apremiante que enfrentamos al procurar un mundo libre, abierto, próspero y seguro proviene de las potencias que entrelazan el gobierno autoritario con una política exterior revisionista”, afirman en la estrategia.
3. No deja duda alguna esta afirmación: “Nosotros competiremos efectivamente con la República Popular China, el cual es el único competidor que tiene la intención y la creciente capacidad de remodelar el orden internacional, mientras contenemos a la peligrosa Rusia”.
4. El momento actual es crucial, desde la óptica del Presidente Biden , en cuanto que “en los primeros años de esta década decisiva, los términos de la competencia geopolítica serán establecidos en tanto la ventana de oportunidad para lidiar con los desafíos compartidos se estrechará”. Es preciso “reconocer cómo la competencia intensificada afectará la cooperación y actuar en consecuencia”.
5. En todo el mundo los pueblos se esfuerzan en la lucha contra los desafíos compartidos que cruzan las fronteras (cambio climático, inseguridad alimentaria, enfermedades transmisibles e inflación). “Estos desafíos compartidos no son temas marginales ni secundarios a la geopolítica. Se ubican en el corazón de la seguridad nacional e internacional y deben ser tratados como tales”.
6. Un punto de la mayor relevancia para México es la parte en que la Estrategia expresa que “estamos construyendo la más extensa y sólida coalición de naciones para reforzar nuestra capacidad colectiva con el fin de resolver los desafíos y dar resultados ante el pueblo americano y el resto del mundo”.
7. “Los Estados Unidos son una potencia global con intereses globales; somos más fuertes en algunas regiones debido a nuestro involucramiento en otras. Seguimos una agenda afirmativa para impulsar la paz y la seguridad y promover la prosperidad en cada región”, expresa de manera clara y concisa.
Todo esto ocurre mientras en México se debate un extraño acuerdo del Gobierno mexicano con la Rusia de Putin, la agresora de Ucrania, sobre cooperación espacial que involucraría, según el Kremlin, la utilización del sistema Glonass de geolocalización para usos militares y posiblemente de espionaje. Es decir, México, el socio comercial y estratégico de Washington, negocia acuerdos con los líderes rusos acusados de cometer crímenes de guerra. Increíble.
La apuesta geopolítica americana está trazada y sus cartas sobre la mesa. Ahora, toca al Gobierno de México ser aliado o no de Washington. Fuera máscaras: tiemblo nada más de anticipar la decisión mexicana.