Mientras me disponía a bañarme y cambiarme de ropa en un cuarto de hotel en París para salir a pasear por la hermosa Ciudad Luz, escuchaba en la televisión las “breaking news” de un noticiero francés que, de pronto, me obligaron a dejar todo para atender lo que sucedía.
Resulta que el Ministro del Interior, Bruno Retailleau, hacía unas declaraciones el día 2 de noviembre en torno a un tiroteo en la ciudad francesa de Poitiers, el día anterior, relacionado con la venta de drogas.
El evento no fue menor: estuvieron involucradas ¡entre 400 y 600 personas!, murió un muchacho de 15 años y otros cuatro adolescentes quedaron heridos de gravedad. Una verdadera batalla campal en la cual quedaron atrapados los menores de edad.
Francia está viviendo un momento de quiebre por el narcotráfico, aseguró Retailleau en declaraciones a la prensa, por lo que advirtió: a los franceses los amenaza “la mexicanización” de Francia.
¿A qué se refería el Ministro galo? Bueno, pues al crecimiento y dominio de bandas del crimen organizado transnacional en las ciudades francesas, su presencia dominante en poblaciones como Poitiers y la capacidad de movilizar a cientos de “dealers” y sicarios en su propio país.
“No es en América del Sur, no es en México, no es en Bolivia. Es en Rennes, en Poitiers, en Marsella, es en Francia”, expresó Retailleau mientras lamentaba la muerte del adolescente.
Un par de horas después, al caminar con mi familia por la orilla del río Senna a la altura de la Torre Eiffel, un vendedor ambulante nos preguntó de dónde veníamos y, al responderle que de México, se soltó con una retahíla de nombres: el Chapo Guzmán, el Mayo Zambada, López Obrador, el Cártel de Sinaloa, Peña Nieto, el fentanilo, los narcos, etc.
Escuchar en París declaraciones oficiales tan duras en contra de México y palabras burlonas de un vendedor callejero, en el mismo día, fue para mí bastante incómodo: ¿ésta es la imagen México en Francia?
En la capital europea de la cultura, cuna de grandes museos y con una atmósfera artística que, literalmente, se respira en el aire, la imagen de mi querida Patria mexicana andaba arrastrándose bajo la sombra del narcotráfico.
La referencia a “la mexicanización” de Francia me cayó como balde agua fría. Recordé, en ese momento, lo que décadas atrás sufrían los ciudadanos colombianos que eran recibidos fuera de su país con la broma cruel de la cocaína y Pablo Escobar.
No me preocupa tanto saber cómo hemos llegado a este punto, sino cómo vamos a contrarrestar la carga negativa del concepto “mexicanizar”.
No ayuda nada la llegada de un nuevo gobierno nacional morenista al cual, como el anterior, no parece importarle la imagen de México al exterior y profesa, en la práctica, un nacionalismo rancio resumido en aquella frase “como México no hay dos”, con la cual se justificaba el desdén al resto del mundo.
Otro impulso a la idea de “mexicanización” (con su carga negativa del narcotráfico) proviene de personajes como Donald Trump y sus discursos incendiarios en contra de los mexicanos.
Con la reelección de Trump a la presidencia de Estados Unidos, la nociva idea de la “mexicanización” para describir la actividad criminal en otros países tomará mayor impulso y será la palabra de moda en bocas de funcionarios del gobierno norteamericano.
La advertencia del Ministro Retailleau a la nación francesa no será la última que escuchemos desde el exterior, pues las bandas criminales mexicanas lograron lo inconcebible: recalibrar la “Marca México” a su favor y conveniencia.
¿Cuál será la respuesta del gobierno de Sheinbaum a esta declaración francesa? Tal vez le exigirá a Francia una disculpa por la Guerra de los Pasteles, el Imperio de Maximiliano y Carlota y ponga “en pausa” a París.
“Mexicanizados” estamos.