La Comisión Federal de Electricidad (CFE) no está fallando solo en su infraestructura, está fallando en su responsabilidad social. El nuevo episodio que dejó sin agua potable a más de 15 mil hogares en Saltillo, a causa de un apagón registrado la noche del 15 de julio, no es un caso aislado. Es parte de una cadena crítica de negligencias, omisiones y falta de respuesta institucional que, literalmente, nos está dejando secos.
En lo que va de 2025, Saltillo ha enfrentado 130 fallas eléctricas en los pozos operados por Aguas de Saltillo (Agsal). Cada una de estas interrupciones representa una fractura en la vida diaria de miles de personas. El agua no llega a los hogares, los tinacos se vacían, la higiene y la salud se comprometen, y el malestar social crece. Aun así, la CFE se limita a “seguir trabajando” y a ofrecer explicaciones a medias, como si el problema fuera técnico y no estructural.
Este 16 de julio, el alcalde Javier Díaz González exigió directamente a la CFE celeridad en las reparaciones y mejor comunicación hacia la ciudadanía. Se reunió con el superintendente de la zona Saltillo, Roberto Velázquez Ceja, para reclamar lo que ya es insostenible: que la CFE dé la cara y asuma su responsabilidad ante el caos que provoca. También pidió a la empresa estatal emitir información oportuna cuando ocurren fallas, para que las familias puedan al menos anticiparse y tomar decisiones.
Pero la respuesta institucional fue tibia. El superintendente culpó a una tormenta eléctrica ocurrida en la zona rural. El resultado: más de 100 colonias del centro y poniente de la ciudad con afectaciones de agua en los próximos días, según confirmó Iván José Vicente García, gerente de Agsal.
La pregunta es simple: ¿De qué sirve que el Gobierno Municipal invierta en exploración, perforación y aumente un 10% el caudal de agua si los pozos no tienen energía para operar? La falta de coordinación entre autoridades municipales y federales, y especialmente la inacción de la CFE, está saboteando cualquier esfuerzo local por mejorar el servicio.
Aguas de Saltillo ha sido clara en su último aviso: mientras no se restablezca el suministro eléctrico, no se puede bombear ni distribuir agua. Las colonias afectadas incluyen nombres que se repiten cada mes: Lázaro Cárdenas, Chapultepec, Bellavista, Buenos Aires, Valle de las Flores Popular, y muchas más. El llamado a la ciudadanía es siempre el mismo: almacenar, racionar, tener paciencia. Pero ¿y el llamado a la CFE?
Saltillo no es la única ciudad con esta problemática. En otras partes de Coahuila como Monclova, Torreón y Arteaga se han registrado también constantes interrupciones eléctricas que afectan el abasto de agua. Es una falla que se repite en zonas urbanas y rurales, y que pone en evidencia una infraestructura eléctrica rebasada y un modelo de gestión anacrónico que no responde a la realidad climática, demográfica ni tecnológica de este país.
La energía eléctrica no es un lujo. Es una necesidad que sostiene otras necesidades esenciales, como el agua. La ciudadanía ya hizo su parte. Los alcaldes están haciendo la suya. Pero la CFE sigue en deuda con Saltillo. Y no una deuda técnica: una deuda moral, social y política.
Es momento de que el Gobierno Federal tome cartas en el asunto. Ya no se trata solo de reparar fallas eléctricas, sino de reparar la confianza ciudadana en las instituciones. Porque hoy, más que nunca, el agua y la paciencia se nos está acabando.