Como cada año, días previos y posteriores al Día Mundial del Agua, con una sincronía y alineación que son, por lo menos, sospechosas, diversos medios digitales publicaron noticias de activistas y ambientalistas denunciando a empresas refresqueras, en particular de la marca más popular, por ser las causantes de la escasez del líquido en algunas ciudades del país.
El argumento es más o menos el mismo: “La empresa grandota extrae millones de litros de agua del subsuelo mientras la comunidad sufre la sequía”.
Los datos objetivos son irrelevantes para estos grupos que consiguen lo que buscan: atención y visibilidad.
Sin embargo, un análisis simple de las estadísticas oficiales “ahoga” estas premisas.
De acuerdo con el Sistema Nacional de Información del Agua, el 67.5% del agua concesionada en el país se utiliza en la agricultura, el 14.6% en el uso público urbano, el 4.5% lo aprovechan las termoeléctricas para generar electricidad, y el 3% la industria en general.
Según estas estadísticas, actualizadas al 2020, el conjunto de empresas de todos los giros del país utilizó un volumen de 2,751 hectómetros cúbicos de agua, incluyendo la industria minera, metalúrgica, automotriz, refresquera, cervecera, textil, etcétera.
Las matemáticas simplemente no dan para sostener que un solo rubro industrial pueda ser responsable de la falta de agua para el consumo público, cuando el total de la industria utiliza sólo el 3% del total del agua.
Por supuesto, es más rentable la narrativa anticapitalista que buscar alternativas sostenibles y rentables para eficientizar el riego en el campo, que en su gran mayoría sigue siendo por gravedad.
Tampoco sería factible señalar la falta de inversión del gobierno para el desarrollo de infraestructura hídrica que permita a la población disponer del agua que necesita.
Mucho menos señalar nuestros propios hábitos individuales.
Es evidente que la industria tiene mucho por hacer en materia de una gestión sostenible del líquido, incrementar el nivel de re-uso y reciclaje del mismo utilizar más agua tratada y comprometerse cada vez más con la devolución del agua a la naturaleza en condiciones que permitan su utilización en otros fines.
Pero con señalamientos sesgados y parciales, que sólo ven al actor con menor impacto en el problema por intereses políticos o ideológicos, no se lograrán acciones verdaderamente eficaces.
Requerimos como sociedad implementar acciones conjuntas, continuas e integradas, basadas en datos y criterios objetivos, enfocadas en metas compartidas para una gestión sostenible del agua, como elemento de competitividad y sobrevivencia de la comunidad.
