En lo que respecta a sostenibilidad, hay empresas que nacen, otras se hacen, y muchas más que “se hacen”, es decir, que simulan serlo porque está de moda y genera buena publicidad.
La verdad es que, ante la emergencia climática que vivimos, no nos queda de otra que asegurarnos de que cada emprendimiento traiga imbuida la ética empresarial de generar un triple impacto positivo: económico, social y ambiental.
Las empresas que demanda el presente deben nacer con el propósito de solucionar mucho más que la situación económica de sus propietarios, y más que ser las mejores del mundo, ser mejores para el mundo.
Un digno ejemplo de emprendimiento sostenible es Bodega Cero, ubicada en Distrito Tec, fundada en 2018 por Karla González, egresada del ITESM, con el propósito de generar una conciencia de consumo entre sus clientes y ayudarlos a cambiar cómo gestionan su basura y a combatir la contaminación por exceso de residuos.
Para lograrlo, creó la tienda de abarrotes que ella misma necesitaba cuando decidió cambiar su estilo de vida y generar la menor cantidad de residuos posibles.
En Bodega Cero no hay ningún material o producto desechable, todo se ofrece a granel, o en empaques compostables o retornables, donde el consumidor puede llevar su propio contenedor o tomar alguno de los frascos de vidrio que ofrece gratuitamente la tienda.
“No inventamos ningún hilo negro, en cualquier mercado popular encuentras cosas a granel, lo que hicimos básicamente fue comercializar eso a un público que está muy lejos de esa realidad y que está más acostumbrado al ir al supermercado y comprar cosas empacadas, precocidas y ya preparadas”, explica la empresaria regiomontana.
En Bodega Cero encuentras granos orgánicos, botanas, dulces, jabones, pasta dental, productos para el pelo, entre otros artículos, en cantidades fraccionadas a las necesidades del cliente, sin tener que adquirir, por ejemplo, 1 kilo de lentejas cuando requieres sólo 230 gramos o lo que quepa en el tupper azul que el cliente le robó a su mamá.
Lo más interesante es que Bodega Cero, a sus 5 años de existencia, además de ser y hacer, han decidido parecer sostenibles, implementando un proceso de certificación que muchas empresas grandes y medianas comienzan cuando ya se sofistican e institucionalizan lo suficiente, o cuando ven las ventajas financieras de acceder a una nueva categoría.
Bodega Cero ya es una Empresa B certificada, lo que quiere decir que han sido auditados para confirmar que miden y monitorean su impacto ambiental, social y económico de manera integral, haciendo público su compromiso para mitigar su impacto negativo y alinear sus esfuerzos con las metas de desarrollo sostenible.
“La certificación nos ayudó a tener todo bien medido y, sobre todo, a tener evidencias, porque luego es muy fácil declarar que eres amigable con el medio ambiente, pero otra cosa es integrarlo realmente a tu planeación, procesos y la operación hacia dentro y fuera de la empresa”, dice González.
“Desde el principio puedes alinear tus procesos hacia la generación de un triple impacto, y es más fácil cuando eres chiquito, implementar un modus operandi sostenible”.
Bodega Cero es un ejemplo de emprendimiento sostenible entre muchos que veremos en el próximo Encuentro +B, en Monterrey, el próximo mes de octubre.