Optimistas mágicos

Enrique SIlva Téllez

ASUNTOS PÚBLICOS SA DE CV
Una persona con pensamiento optimista cree y piensa que todo saldrá bien. Lo actúa y lo trabaja desde un ánimo lleno de energía y empuje.
29/08/2019

Los seres humanos oscilamos diariamente entre el optimismo y el pesimismo. El optimismo es creer que contamos con las herramientas, la suerte, los recursos y la capacidad para atender y resolver los retos y problemas que la vida nos presenta. El pesimismo es todo lo contrario; el panorama es obscuro y la incertidumbre se instala en nuestra mente.

Una persona con pensamiento optimista cree y piensa que todo saldrá bien. Lo actúa y lo trabaja desde un ánimo lleno de energía y empuje. El pesimista anticipa la derrota, y acepta sin luchar o luchando poco, que las cosas saldrán mal o peor de lo que se imagina, por lo tanto no se esfuerza.

Ambas posturas no son otra cosa más que creencias y no necesariamente hay una relación entre lo que ocurre y la manera en cómo nos enfrentamos a las situaciones de la vida. Es decir, no necesariamente a todos los optimistas les va bien en todo, ni a los pesimistas les va siempre mal.

Martín Seligman, psicólogo norteamericano, hizo estudios por descubrir cómo cambian estas dos posturas en lo que ocurre en la vida de la gente. Entre algunas de las características que identificó en las personas optimistas están las siguientes:

Son persistentes. No importa cuántos obstáculos y contratiempos enfrente. Persisten tras sus metas

Lo que los mueve no es el miedo al fracaso sino la expectativa del logro y el éxito en sus metas.

Los obstáculos los considera circunstancias a su alrededor y no como fallas personales.

Cuando algo les sale mal buscan las causas del fracaso, detectan la falla, corrigen y siguen adelante, de manera que la esperanza sigue vigente.

Los optimismas son más felices y alcanzan más el éxito que los pesimistas.

El coeficiente intelectual no es determinante a la hora de predecir el éxito o el fracaso de las personas. Tanto en el optimismo como en el pesismismo, la inteligencia juega el mismo papel.

Seligman también estudió las características de las personas pesimistas y estableció un término muy interesante, la indefensión aprendida. Este término fue acuñado para entender cómo algunas personas llegan a un nivel de pesimismo que los lleva a detenerse y no hacer nada. Aceptan la derrota sin más ni más. Se trata de un estado psicológico en el que una persona siente que es incapaz de modificar alguna situación, comportamiento o estado mediante sus conductas. Es decir, que lo que hace nunca resulta en lo que quiere.

En la indefención aprendida al individuo le invade un sentimiento de falta de control sobre su entorno y las circunstancias en las que le rodean y cualquier intento por modificarlo resultará en esfuerzos inútiles. Las cosas nunca cambiarán para el pesimista.

Las consecuencias del pesimismo son graves ya que la autoestima se ve mermada y la motivación al cambio decae profundamente y la persona queda a expensas de lo que ocurre sin hacer nada al respecto.

Afortunadamente la indefención aprendida se puede desaprender y la conducta puede ser modificada. Para lograrlo se deben adquirir herramientas o habilidades que ayuden a la obtención de las metas. Para ello el motor de búsqueda es la voluntad.

Dicho lo anterior. Si extrapolamos los conceptos a nuestra sociedad ¿los mexicanos somos optimistas o pesimistas respecto al futuro de nuestro país? Pareciera ser que somos pesimistas ya que hacemos, participamos y exigimos poco a nuestras autoridades. Sin embargo, poseemos un optimismo mágico al que acudimos para resolver por milagro los problemas y obstáculos que se nos presentan como sociedad.

enriquesilva@focuscg.com.mx



ENRIQUE SILVA TÉLLEZ es Director de Focus Consulting Group y Presidente del Consejo de Ellas. ABP. Es analista de Asuntos Públicos y Opinión Pública, propietario de Vinos de Baja California y socio en EMC.

Las opiniones expresadas por el autor no reflejan necesariamente el punto de vista de MOBILNEWS.MX

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