En el mundo febril de Andrés Manuel López Obrador existe una “mafia del poder”, un “supremo poder conservador”, un complot neoliberal de todas las naciones de la OCDE contra él y, además, su gobierno ha “transformado al país”.
En lo de la transformación no miente del todo, claro pinta de rosa lo que es rojo sangre o negro muerte. De hecho ha transmutado, más que transformado a México, porque lo ha convertido en otra cosa, incluso diferente a lo que él describe.
En ninguna parte hay documentos que detallen qué es la Cuarta Transformación, cuál su política exterior, cuál la interior, cuál la agropecuaria.... pero ese fantasma es la Cuarta Transformación o el “Proyecto de Nación” que exige se conserve.
“Abiertamente les digo que está muy fuerte el Movimiento de Transformación y cometieron un error porque quisieron engañar” dijo el viernes en una mañanera ponchadora, en la que siguió impulsando a Xóchitl Gálvez.
Las intenciones de López Obrador claramente son perversas y como diría Aldous Huxley: “Tanto más siniestros son los deseos de un político, más pomposa, en general, se vuelve la nobleza de su lenguaje”, aunque en este caso no tan noble.
La 4T hizo un país más violento, más corrupto, mayor impunidad, más desigual, con un estado de derecho más endeble, una administración pública más ineficaz, y más problemas de salud, ambientales, de educación, de infraestructura.
Cuando AMLO habla de que ha transformado al país, nunca da datos duros de qué, cómo, qué tanto y, cuando informa, son positivos y están manipulados o no le pertenecen, como las remesas o poco influye en ello, como la paridad cambiaria.
La 4T está ahora ante una oposición que parece despertar, y el de AMLO debería llamarse club de los impunes, y jala media docena de “corcholatas” (que cada día caen más mal) aspirantes a defender “el modelo de país”, lo que eso sea.
López dice que no lo quieren los medios de prensa (Excepto los que él financia) ni los expresidentes todos corruptos, aunque nunca ha iniciado contra ellos acusación formal o presentado pruebas documentales de tales hechos de corrupción.
Con inquina, sin importarle el ridículo ni por aquello de cuidar la investidura presidencial, el presidente da golpes directos al Frente Amplio por México en lo general y en especial a Xóchitl Gálvez y Claudio X. González, su nueva némesis.
Y lo hace al revés porque la aspirante a presidenta Xóchitl Gálvez no dejará de ser tendencia en redes y centro de atención de la prensa, mientras cuente con la preocupación de AMLO, al menos antes de que el Frente Amplio por México elija a quién los represente.
El viernes, en un presunto intento de restar importancia a Gálvez, dijo: “ya no se puede a estas alturas, jugarle el dedo en la boca a la gente, cómo me subo a una bicicleta o llego en un triciclo: tamales…ricos tamales y ya…o digo unas groserías…”
Y recordé que cuando cursaba primaria, ya casi en la prehistoria, cantábamos en broma: “Benito J... vendía tamales en los portales de la Merced, mientras Cuauhtémoc bailaba un tango con la abuelita de Hernán Cortes...”
López acusa que mienten en el otro tejado, pero el falsea al decir Xóchitl Gálvez nunca ha estado en la Sierra de Chiapas, engaña al decir que es gente de Salinas, ex presidente que a fe mía tiene menos fuerza hoy que un Tehuacán sin gas.
Pero López dramatiza: “tengo que informar (...) porque nos ha costado mucho el transformar el país, imaginen cuántos años de lucha, cuánta gente reprimida, cuánta gente ha perdido la vida por estos gobiernos corruptos, represores...”
Y el macuspano ve una conspiración internacional apoyando a Xóchitl, por aquello de que la hidalguense ya llamó la atención del Miami Herald, del Financial Times, que la ven como una candidata fuerte que rompe el discurso del fifí, del neoliberal.
El Financial Times calificó a Xóchitl como fenómeno, y López rebate, y les dice “periódico tendencioso”, “famoso pero mentiroso”... Pero, según la Encuesta Global de Mercados de Capital, el diario británico se considera la lectura de negocios más importante del mundo.
“Yo no la destapé sólo informé lo que la mafia del poder ya había decidido”, se disculpó y, de regresó a su mundo de fantasía dijo que los neoliberales se disfrazan y ahora presentan a una nacida “en un pueblo y por eso hacen un lado a Creel”, aduce.
La primera de las diferencias entre Xóchitl y López Obrador es que la hidalguense sí cursó su carrera en tiempo y forma y sí trabajaba para mantenerse y, sí hizo causa social y sí triunfó profesionalmente antes de entrar a la política.
Sí el tabasqueño dice que viene pobres, no lo es tanto, viene de clase media de provincia, comerciantes, no como la hidalguense, de madre maltratada y padre indígena borracho. Él atendía “Novedades Andrés” en un mercado, Xóchitl vendía gelatinas en la calle.
Nada de eso pueden presumir ni López ni sus corcholatas, todos más ricos que Xóchitl, aunque ninguno de ellos ha tenido éxito en la iniciativa privada, ni puede cacarear haber sido premiado como empresario.
Nunca como hoy la forma de hacer política de López Obrador cae en la definición de Groucho Marx, el humorista: “La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados.”
