Acabar con la clase media, con los mejores empleos, con la seguridad social, es uno de los logros del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, cuyo lema primeros los pobres, hoy tiene otra dimensión.
Los incrementos al salario mínimo hasta antes de la inflación habían beneficiado a los que cobran menos de dos salarios o que son parte de contratos colectivos indexados al minisalario.
Quienes tenían salarios de tres o más mínimos han dejado de tener incrementos salariales, además que las prestaciones médicas como el IMSS han caído en calidad.
Hoy hay menos personas con salarios que los instalen en la clase media, hay más informalidad laboral, y no se necesita escarbar mucho para develar que la clase media desaparece.
Es público que López Obrador ha hecho una apología de miseria y ha emprendido condenas contra quienes quieran mejorar su estatus profesional, económico o laboral.
“Si ya tenemos zapatos ¿Para qué más? Si ya se tiene la ropa indispensable, sólo eso. Si se puede tener un vehículo modesto para el traslado ¿Por qué el lujo?”, dijo el 11 de mayo de 2020.
Aunque la “Mafia del poder” que, durante muchos años fue una de sus condenas para señalar vicios del poder, sigue incólume y ahora esta alrededor de él, sataniza a la clase media.
Especialmente luego de las elecciones de 2021 cuando la clase media, especialmente la de Ciudad de México, hizo perder terreno a Morena; desde entonces López comenzó a descalificarla.
“Vamos pensando en formar una clase media, con ingresos, pero con humanismo, con sentimientos, con amor al prójimo, no una clase media egoísta, clasista, racista”, dijo en su matiné del 16 de agosto de 2021.
“Son peores que los que tienen más dinero, aunque vengan de abajo se vuelven ladinos y ya de la noche a la mañana son racistas”, aseguró el presidente en su matiné.
Los datos de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social y del Inegi, muestra que el grupo de menos de dos salarios mínimos aumento del 43 por ciento al 70 por ciento de los asalariados, en tres años.
Del segundo trimestre de 2019 al segundo de 2022 el grupo de menos de dos salarios aumento de 18 millones de trabajadores a 27 millones, y el número total de ocupados con ingresos, bajó en 1.8 millones.
El asalariado mexicano promedio gana hoy menos, tiene menos prestaciones y su poder adquisitivo se ha reducido, y falta saber si es por una estrategia deliberada o simple mala administración.
Los datos de la STPS señalan que del segundo trimestre de 2019 al segundo de 2022 los asalariados que perciben más de cinco salarios mínimos se redujeron 63 por ciento.
Actualmente sólo el 1.6 por ciento de los asalariados totales perciben más de cinco salarios o más de 26 mil 275 pesos mensuales, cantidad que según Inegi los instala en la clase media mexicana.
Según Inegi, de 2018 a 2020 el porcentaje de hogares que calificaba como clase media bajó del 46.7 al 42.2 por ciento y de 53.4 millones de personas a 47.2 millones, pero sigue bajando.
Todo indica que la táctica de López Obrador al golpear a empresas como las del Grupo Femsa, donde los salarios son relativamente buenos, más que casualidad es estrategia para imponer su socialismo bolivariano.
Por eso su misión ha sido acabar con inversiones en energía limpia y ahora quiere acabar con la cerveza, unos de los productos de exportación que más divisas generan y más empleos dan dentro del país.
Igualmente, al golpear la inversión privada en energía, especialmente la foránea, da la impresión de que busca una sociedad empobrecida y manipulable como ha ocurrido en países del Pacto de Sao Paolo.
Como escribió Dante Alighieri sobre los dislates de Beatriz, en su “estúpida elocuencia”, López Obrador ha satanizado a quienes aspiran a un mejor nivel de vida, excepto si son sus hijos o familiares y lo intentan corruptamente.
Como ha escrito el poeta de raza africana, Harol Green: “Todas las dictaduras del mundo pueden y afirman estar actuando en nombre de la gente”.
