Casi no hay reportero de los que iniciamos en los 70 u 80 que no guarde al menos una anécdota sabrosa del hoy finado maestro de la política y la demagogia, Porfirio Muñoz Ledo, quien hace tiempo es parte de la historia contemporánea de México.
Muñoz Ledo el crítico, Porfirio el ególatra, el iracundo, el puntilloso, el hábil para escapar de las críticas... El erudito, el demócrata, el maestro de Derecho, de la realpolitik mexicana, el luchador incansable... El imprescindible... Seguirá vivo tras su muerte.
Como reportero le debo notas de ocho columnas que trascendieron y varias declaraciones chispeantes llenas de sentido crítico. Pero como mexicano le debo el haber sido parte de la cabeza del ariete que muchos empujamos para logar un México democrático.
La historia reciente de México no contiene un nombre como “Pacto de Bucareli”, el sine qua non de la democracia mexicana que jubiló al viejo PRI y logró gobiernos de oposición a partir de 1997 en elecciones creíbles, que ahora López Obrador quiere asesinar.
Pero en Bucareli en 1996, Muñoz Ledo, Felipe Calderón, el secretario de Gobernación, Emilio Chauyffet, Arturo Nuñez y Fernando Franco González Salas, con la venia de Ernesto Zedillo, hicieron surgir el “Pacto de la Moncloa mexicano”.
El tema da para un libro completo que no cabe en esta columna, y que no creo tener ni vida ni dinero para poder escribir, pero estoy seguro que, los nombres de los demócratas mexicanos de izquierda, centro y derecha serán reivindicados.
La Reforma Electoral de 1996 tuvo como resultado inmediato que en 1997, en elecciones limpias, el PRI perdiera por primera vez la mayoría en la Cámara de Diputados y el gobierno del Distrito Federal a manos del perredista Cuauhtémoc Cárdenas Solorzano.
Las reformas constitucionales crearon un Instituto Federal Electoral ciudadanizado donde los partidos políticos perdieron el derecho a votar, a cambio lograron mayor igualdad con el financiamiento público, del que se mantuvo AMLO por años.
El acuerdo incluyó una Ley de Medios de Impugnación, un Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación con potestad para conocer denuncias por cuestiones electorales y, una credencial de elector, urnas transparentes y tinta indeleble.
A partir de entonces la organización de elecciones en México fue cara pero eficiente, tanto que el IFE y ahora INE, asesoraron elecciones en lugares conflictivos como Irak y solamente hay un político que las cuestiona: Andrés Manuel López Obrador.
En 1975, Muñoz Ledo, presidente del PRI, definió al Partidazo como una maquinaria perfecta que se ajustaba a las necesidades democráticas y sociales de México, pero apenas 11 años después junto con otras figuras del tricolor exigió piso parejo.
La historia de la democracia comienza en 1987, cuando un grupo de priistas encabezados por Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio; Ifigenia Martínez; Rodolfo González Guevara, entre los más notables, exigen reglas claras para la sucesión presidencial de 1988.
Sus peticiones que incluyen el retorno del PRI al nacionalismo y la socialdemocracia no son atendidas y en octubre de 1987 Carlos Salinas de Gortari es designado candidato del tricolor, y la Corriente Democrática (Que no incluyó a AMLO) abandona el PRI.
A Cárdenas, candidato presidencial del Partido Auténtico de la Revolución Mexicana, se le unen el PSUM; el Frente Cardenista, de Rafael Aguilar Talamantes; el Partido Mexicano Socialista, de Heberto Castillo; y el PPS, de Jorge Cruickshank García.
Las elecciones de 1988 son históricas; además de Salinas, serán candidatos, Cárdenas, el panista Maquío Clouthier, Rosario Ibarra de Piedra, del PRT. Será un proceso electoral sucio y violento conducido por el secretario de Gobernación, Manuel Bartlett Díaz.
La forma sucia de actuar y la violencia criminal en contra de personajes de la oposición renace ahora que, Bartlett Díaz es el consejero más cercano al conductor de la política gubernamental: Andrés Manuel López Beltrán.
En 1989 la “Corriente democrática” funda el Partido de la Revolución Democrática (PRD) sobre el Partido Socialista Unificado de México que dirigía Arnoldo Martínez Verdugo que venía desde el Partido Comunista Mexicano salido de la clandestinidad apenas una década antes.
Porfirio Alejandro Muñoz Ledo y Lazo de la Vega, deja tras de sí una obra maciza y un ejemplo de honestidad, institucionalidad y apego a la democracia mexicana y muchos artículos y entrevistas que son fuente documental para la historia.
En 1998 entrevisté al diputado Múñoz Ledo en la sala VIP del aeropuerto de Chihuahua, llegaba a apoyar la campaña a gobernadora de la perredista Esther Orozco; bajó con aliento alcohólico, sonrisas y los humos etílicos no le restaron chispa.
“Chihuahua vive un fenómeno de clonación política —dijo— Donde dos partidos presentan un candidato: Patricio Barrio Noriega”. Mezclando en orden al priista, Patricio Martínez, al gobernador panista, Francisco Barrio y al panista Ramón Galindo Noriega.
“Por eso el PRD ha designado como candidata a una eminente científica para que desentrañe ese fenómeno”, agregó. La nota dio vuelta a Chihuahua y fue retomada por varios medios, y está en las memorias de Esther Orozco, sin crédito al reportero, claro.
En 1995 en Nuevo Laredo, en una estación de radio, PLM calificó a Mónica García de “querida del Gobernador”, era algo que circulaba sin pruebas; cuando lo cuestionaron, dio la vuelta: “Si Manuel Cavazos no la quisiera, no sería candidata del PRI”, puntualizó.
Alguna vez escribió: “Convenimos alguna vez que el presente no existe, estamos inmersos en una sucesión de hechos, personajes y obras que no tienen ni principio, ni fin. Varios espacios en un mismo tiempo y varios tiempos en un mismo espacio. Finalmente es lo que somos”.
Un demócrata ha muerto. Viva nuestra democracia. Defendámosla.
