Si la noche del 24 de octubre se rompieron todos los cristales en Acapulco, en los días subsecuentes López Obrador rompió el mito del presidente del pueblo bueno. Nace el dictador.
No sólo quitó a damnificados de 45 municipios de Guerrero la posibilidad de recibir recursos públicos,sino intentó centralizar la ayuda privada, y ahora manipula la cifra de muertos.
Con desparpajó eludió mirar “por el bien y prosperidad de la Unión” y repitió la farsa de que su investidura presidencial se mancha con mentadas de madre.
Y mientras declinó encabezar in situ las labores de rescate de Acapulco, fue por sexta vez a la meca de los cárteles de Sinaloa, donde la sangre y el delito no manchan su investidura.
“La mano pachona” impuso nueve candidatos de Morena a sendas gubernaturas, culimpinó a docenas de “ambiciosos vulgares”, y demostró que el bastón de Sheinbaum es de caramelo.
Omar García Harfuch, única decisión independiente de la Coordinadora de la Defensa de la Cuarta Transformación ahora sabe lo que es ser “juanito”.
Ha aniquilado en la oscuridad de su lujoso palacio virreinal a las tres principales figuras de su partido; Claudia, Macelo y Ricardo, quienes perdieron toda dignidad política.
Ahora va por la República, no quiere poderes que no acaten sus caprichos y usa un juez prevaricante para meterle a la Suprema Corte una quinta columna y nulificarla.
En una tragedia de dos actos, luego del prevaricante sigue otro insulto al Senado al presentar una terna de innombrables, en el sentido estricto de la palabra.
Nadie imagina a Bertha María Alcalde Luján, María Estela Ríos González o Lenia Batres Guadarrama, sin carrera judicial, como Ministras del máximo tribunal del País.
Lenia Batres tiene un muy cuestionable de título de abogada, ya cuarentona, en la generación 2011 de la Universidad Humanitas, es condiscípula de Martí y Manuel Velasco Coello.
El apoyo a los Batres también resulta un hilo conductor entre Andrés Manuel López Obrador y el pervertido líder de la Iglesia Luz del Mundo, Naasón Joaquín, ya sentenciado.
López, sin vergüenza empujó un “pirruris” regiomontano como candidato presidencial de Movimiento Ciudadano, el partido de su compa’ Dante Delgado.
Un candidato que junto a su papá y su suegro figura hace más de dos años en las listas de presuntos delincuentes fiscales, un candidato que propone acabar al “prian”, como única divisa.
Lo que ha pasado en la Comisión Reguladora de Energía y en la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, argumenta que el macuspano sólo busca avasallar al Poder Judicial.
Lo que ha pasado en Morena muestra lo que piensa López de la democracia y su gobierno militarizado, gobierno de homicidas, bandidos e ineptos, así sería su dictadura.
Lo que ha sucedido al militarizar todo lo posible, lo que ha ocurrido al brindar impunidad a genocidas y corruptos, debe decirnos quién es Andrés Manuel López Obrador.
Así, Otis, es el punto de no retorno del gobierno de la Cuarta Transformación que cae mientras los problemas crecen, mientras el presidente lejos de enmendarlos quiere taparlos a salivazos.
Otis es el nombre de la vileza de un líder incapaz de tender la mano al necesitado, y del plan real para soltar el poder cuando le venga en gana o se lo arrebaten.
Negar los errores y taparlos con cortinas de humo, victimizándose o abriendo frentes mediáticos para culpar a otros de las situaciones, dio cierto resultado cinco años, pero ya no más.
Este opresor macuspano no sería tan fuerte si no tuvieran tantos cómplices entre la oposición y los ciudadanos, muchos que se venden por un plato de lentejas… Tenemos que defender la República.
López, el fratricida, el analfabeto constitucional, el socialista bolivariano, tiene más de un plan para acabar la democracia, me pregunto si 90 millones de ciudadanos vamos a permitirlo.
“El socialismo, que presume de juventud, es un viejo parricida. Él es quien ha matado siempre a su madre, la República, y a la Libertad, su hermana”, Honorato Balzac.
