Cuando Fidel Velázquez Sánchez pronunció su famosa frase: "El que se mueve no sale en la foto", fue para recordarle a los presidenciables que llegar requería de disciplina y sumisión al primer Priista.
La Dictadura Perfecta, bien calificada así por Mario Vargas Llosa (cuya calidad literaria solamente es comparable con los más grandes de habla hispana) pedía sumisión y bocas cerradas.
La dictadura que arma la Cuarta Transformación es patética, un gobierno autoritario que no trata de cooptarse con líderes sino los aleja y agrupa enfrente, aunque sí construye su muralla de corrupción.
En la oposición surgen líderes naturales como Lilly Tellez, Xochitl Galvez, otros que pueden tener el apoyo del billete verde, como Enrique De la Madrid Cordero, y heridos del fuego amigo: Ricardo Monreal y Marcelo Ebrard.
La dictadura antidemócrata del Partido Nacional Revolucionario fundado por Plutarco Elías Calles se define con otra frase de Fidel Velázquez: "A balazos llegamos, con votos no nos sacarán".
Y los sacaron a balazos… Ese 1994 iniciado con el levantamiento del Ejercito Zapatista de Liberación Nacional, seguido con el homicidio de Luis Donaldo Colosio, obligó al PRI a pensar en el suicidio.
Ernesto Zedillo, desarmado, dolido por la pérdida del amigo, rodeado por una oposición cada vez más fuerte, fue obligado a una Reforma Electoral que armó un órgano electoral que ejecutó elecciones limpias.
En 1997 el Instituto Federal Electoral lo ejecutó; el Partido de Calles perdió por primera vez la mayoría en la diputación y la primera elección para Jefe de Gobierno del Distrito Federal.
Se dice que no hay amigo más fiel que el perverso redimido y protegido, pero, si el viejo PRI se rodeaba de personajes con cadáveres en el closet, como el mismo AMLO, también se cooptaba con mentes brillantes.
Y hablar de la sucesión era cosa de columnas para la hora del café, pero moverse podría derivar en golpes como el que recibió en 1976 Mario Moya Palencia, político de alto nivel que terminó en el Fonatur.
Hoy que Andrés Manuel López Obrador adelantó la sucesión dentro de Morena, lo hizo como un recurso para poder desviar los señalamientos fundados de que gestaba una dictadura.
Pero su mala idea se convirtió en algo más corrosivo que la entrevista Díaz-Creelman y mientras día tras día hace lo que sabe —Hablar, mentir, robar, traicionar— en el tejado de enfrente crecen enanos y margaritas.
Ya hoy soñarse emperador le quita el sueño y rodearse de gente con fallas de origen y herrar a una su caballada, tiene que cargarlos con una salud física que desparece.- La mental no está presente.
Su dictadura es patética y prescribe para México un cuadro más grave que el Socialismo Bolivariano de Hugo Chávez, que derivó en un narcoestado que ha sumido en la pobreza a Venezuela.
López intenta integrar su movimiento obrero, pero no lo logra, porque no existe una CTM con líderes legítimos como los "cinco lobitos", ni consejeros como el general Mújica, ni ideólogos como Jesús reyes Heroles.
López no es la mente brillante que dicen, menos es un Lázaro Cárdenas, es un necio aturdido y desmañanado, pero con experiencia y conocedor de los malos oficios que sostenían al gobierno autoritario.
Y mientras los dos "generales" de mayor rango de la 4T, se unen —y no descarte que lo hagan contra el chacal al que arroparon y alimentaron una década — López se enfoca en el órgano electoral independiente.
Y ahora, mientras la economía se despeña en todos sentidos, los resultados prometidos siguen en promesas, las obras no sirven y su Pemex regresa a los altos niveles de corrupción, la caballada se desbanda.
La protegida, Sheinbaum va de peor en peor, y los que dieron apoyo político y económico, se van al grupo que alinean Ricardo Monreal y Marcelo Ebrard, cuyo conocimiento del rey los hace políticamente indestructibles.
El olor a muerte no puede ser más grave, la pandemia, la violencia, la política: ¿Quién morirá primero: el Tirano, la Cuarta Transformación o la Republica Representativa, Democrática y Federal?
