El régimen de López Obrador tiene como única divisa conservar el poder, golpeando a críticos y opositores pero evade imponer un Estado de Derecho, y todo indica que ni quiere ni sabe cómo hacerlo.
Para mantenerse en el poder, AMLO ha convertido a México en un país bananero con un gobierno blandengue, cómplice activo o pasivo de la delincuencia y que evade su deber de preservar el Orden Público.
Dice la Ley General del Sistema Nacional de Seguridad Pública:
“Artículo 2.- La seguridad pública es una función a cargo de la Federación, las entidades federativas y municipios, que tiene como fines salvaguardar la integridad y derechos de las personas, así como preservar las libertades, el orden y la paz públicos...”
Y sobran ejemplos de incapacidad de AMLO para accionar como Jefe del Ejecutivo y no ceder a extorsiones de grupos delincuenciales, como los secuestros en Mitontic, Chiapas, o el caso de Ovidio Guzmán.
En Mitontic una gavilla (no hay otro nombre) de la comunidad Oxinam, disgustados por el presunto robo del dinero que les darían para obras en su comunidad, hizo tres rehenes para extorsionar a la autoridades.
La gavilla privó de la libertad desde el 9 de agosto a dos hijos de la presidenta municipal Maruca Méndez y al tesorero Erasto Velasco Velázquez; a éste lo acusaban del robo del dinero.
Tanto el Gobierno Federal como el estatal no actuaron los primeros 11 de los 13 días que permanecieron cautivos los tres rehenes y terminaron pagando y, no investigará el caso ni detendrá a los secuestradores.
En los secuestros en Lagos de Moreno (sean verdad o no) y de los cadáveres congelados en Poza Rica, el gobierno lejos de actuar con vigor se dedicó a evadir el tema.
López Obrador quien nunca asume una actitud proactiva, intentó minimizar los hechos y luego junto con su jauría mediática y en redes, se dedicó a victimizarse como si ese fuera el problema.
Maquiavelo escribió que la base que constituye la relación pueblo-gobernante es la confianza mutua, pero en México hoy es difícil confiar en un gobierno que ataca al poder judicial y tolera delincuentes.
A las verdades a medias, mentiras completas y torpe dialéctica, López suma alabanzas a la delincuencia organizada, y el que nunca haya impuesto con vigor el orden constitucional tras escaladas violentas.
No recuerdo un presidente mexicano que haya liberado a un narcotraficante detenido, alabado a la maña y que mantuviera en su gobierno a inculpados de obscenos peculados y homicidios probados.
Aunque los gobiernos de la Dictadura Perfecta se rodeaban de corruptos y corrupción, cuando explotaba el lío, los obligaban a renunciar de inmediato aunque los procesos judiciales fueran falsos.
Mucho menos se recuerdan gobiernos que hayan cedido a las extorsiones de grupos que estaban en flagrancia, incluso cuando afectó a priistas notables.
Luego que el llamado “Partido de los Pobres”, secuestró a Rubén Figueroa Figueroa, el gobierno de Luis Echeverría nunca aceptó negociar la libertad del guerrerense.
“Las versiones oficiales señalan que el último día de mayo de 1974, Rubén Figueroa (...) y varios colaboradores se internaron en la serranía para reunirse con Lucio Cabañas” —Wikimexico—
El guerrerense, designado candidato a Gobernador de Guerrero estando secuestrado, siempre negó los hechos y aseguraba: “Como andaba en campaña (...) me fui a Houston para bajar de peso” (Ididem)
Cierto o no, el episodio del folclórico (Y hay quien dice que asesino) guerrerense, dio inicio al episodio de represión armada contra grupos contrarios al Gobierno, denominado “Guerra Sucia”.
“El pueblo y el Gobierno de México no pactan con criminales”, sonaba en radio y televisión en septiembre de 1971, cuando Julio Hirshfield Almada, director de ASA, fue secuestrado por el Frente Urbano Zapatista
Se pidieron tres millones por el Director de Aeropuertos y Servicios Auxiliares, el rescate fue pagado presuntamente para identificar a los secuestradores, siete fueron detenidos y dos millones de pesos recuperados.
Tampoco pactó el gobierno cuando el secuestro de Hugo Margáin Charles hijo del entonces embajador de México en Estados Unidos, Hugo B. Margáin, y el joven académico finalmente fue asesinado.
Lo cierto es que el autoritario pero ordenado gobierno mexicano no trataba con grupos antagonista armados, y aunque masacró a muchos, intentaba en lo posible mantener un orden constitucional aparente.
Paul Tabor dice en la “Historia de la estupidez humana”, que ésta se reviste de formas variadas como el orgullo, la vanidad, la credulidad, el temor, el nacionalismo y el prejuicio.
