A México lo alcanzó el destino, los ecocidios perpetrados desde la Presidencia con Pemex, CFE, Tren Maya, Dos Bocas, Sembrando Vida, etcétera, llevaron al medioambiente de México a un punto de no retorno a un “Efecto Mariposa” que aletea sobre el agua y los alimentos.
El Efecto Mariposa es la caída de fichas de dominó donde como el aleteo de una mariposa un problema sucede a otro. Edward Norton Lorenz acuñó el término en su teoría del caos para explicar sistemas inestables como el meteorológico.
La situación ecológica de México en 2018 era caótica, pero no irreversible, ya entonces las emisiones de gases con efecto de invernadero aumentaban, y un combate más político que eficiente dio pésimos resultados.
Se permitió invertir en plantas de energía limpia pero sin ampliar la red de distribución y sin garantizar los contratos constitucionalmente, además sin la posibilidad de financiar la autogeneración a pequeños empresarios y familias.
Tampoco se permitió llevar la inversión privada a sistemas para la reutilización de aguas residuales, obras para desalar el agua de mar o incluso sistemas para fabricarla desde la humedad del medio ambiente, y lo que mal empieza mal acaba.
La vulnerabilidad legal de los contratos de parques eólicos y fotovoltaicos permitió a Andrés Manuel López Obrador hacer las dos cosas que mejor le salen: Abusar del poder y hacer demagogia con su nacionalismo ramplón.
En 2018 las principales fuentes de emisión de GEI o gases con efecto de invernadero, eran la producción de energía (Pemex y CFE) vehículos de combustión interna, la quema de bosques, y de carbón, y lejos de disminuir esas fuentes aumentan galopantemente.
Hoy, hoy, hoy con la filosofía de Leonardo Rodríguez Alcaine: “Lo importante no es mear sino hacer espuma con el chorro”, el gobierno de la Cuarta se la pasa meando y presumiendo de su espuma, mientras la polución de agua, aire y tierra explotó.
La distopia obradorista tiene tierra fértil en un pueblo indolente, una clase política corrupta surgida del PRI, PRD y PAN, del capitalismo de compadrazgo, la delincuencia organizada, y hoy, la 4T proclama como prodigio obras inservibles que impactan el medio ambiente.
El plan de energía de López ha golpeado la economía, salud, educación, la seguridad, medioambiente, el libre comercio, y el aumento de producción de Pemex y la CFE no existe, pero contaminan más y se depredan la selva y los acuíferos.
El actual corcholato Adán Augusto López fue el primer ecocida del sexenio, cuando desde el gobierno de Tabasco mandó talar el manglar y rellenar la Laguna de Mecoacán, para que se pudiera iniciar la construcción de una refinería sin destino.
La autoridad que debería impedir la polución del medio ambiente, la Profepa, ya no se sabe si aún existe y gobiernos federal y estatales se han coinvertido en los principales depredadores del medio ambiente y además lo festejan.
A partir de 2019 lejos de comenzar los remedios y cumplir con los acuerdos internacionales respecto a evitar el calentamiento global, los GEI se dispararon a un ritmo de cinco por ciento anual y el principal causante es el gobierno federal.
López Obrador ha utilizado como papel de baño la Ley General de Equilibrio Ecológico y Protección al Ambiente y los acuerdos internacionales que obligan a México a materializar políticas para reducir el daño medioambiental
La Ley de Equilibrio Ecológico establece los presupuestos mínimos para efectuar la preservación y restauración del equilibrio ecológico, la protección al ambiente en todo el territorio de México, pero los presupuestos han ido a parar a Dos Bocas y al Tren Maya.
Y seguro que para la mayor parte de los mexicanos, esos que no gratuitamente se califican como “el tontarriaje”, el que México haya llegado en 2023 al Día del Sobregiro de la Tierra una semana antes que 2018, no es una situación gravísima.
Les apuesto que la mayoría de los mexicanos consideran que el Dia del Sobregiro de la Tierra tiene menos significado para su existencia que el Dia del Taco o el Día del Compadre, y no pelaron la fecha y menos las evidencias del calentamiento que ya golpean sus vidas.
En ese 2023 muchas personas no ven el peligro para su propia vida el que haya zonas donde los días de más de 40 grados de temperatura a la sombra casi se duplican, y que hasta dentro de las casas las plantas se hayan quemado por el calor.
Y seamos sinceros, el gobierno de López Obrador —hombre ignorante y mentalmente delirante— no tiene urgencia para reducir causas del calentamiento global, pero tampoco la tienen la mayoría de las personas quienes no hacen nada.
El único freno que encuentra el 70 por ciento de los mexicanos para no abusar de electricidad, gasolina, agua, son los límites de sus recursos económicos, y salvo eso, los siguen usando en forma indiscriminada, y no saben que nos suicidamos.
La Red Global de la Huella Ecológica (Global Footprint Network, en inglés) alertó que el Día de Sobregiro de la Tierra ocurrió en 2023 un día antes que en 2022 y ese año un día antes que 2021 y significa que agotamos nuestros recursos naturales precipitadamente.
Hoy es tan urgente exigir al mal gobierno que asuma sus responsabilidades reales como asumir como seres humanos dejar de mal usar energía eléctrica, combustibles, agua, y bajar el consumo de alimentos con un grave impacto en la huella de carbón.
“En general, los productos animales, y en particular la carne, tienen una mayor huella de carbono que los productos vegetales (...) un filete de ternera (..) emite en su producción casi 130 kilogramos de CO2 equivalente por kilogramo. (Statista)”.
La situación actual del país, el onceavo que más contamina y el que más porcentaje de territorio perderá con el aumento del nivel del mar, sin ser isla, es un asunto de todos, no sólo del gobierno, por malo que sea este.
