Una dictadura es la forma de gobierno en la que un solo individuo detenta o asume todos los poderes del Estado sin limitaciones burocráticas o constitucionales.
De 1924 a 1997, México tuvo una dictadura disfrazada, una dictablanda que desde el Maximato hasta los “errores de Diciembre, mandaba sobre los tres poderes y decidía por las entidades federativas.
Solamente el control férreo de un Estado Policiaco podría haber realizado el “Fraude Patriótico” de 1940, mantenerse tras represiones como contra los médicos en 1966, la Matanza de Tlatelolco, etcétera.
Pero Andrés Manuel López Obrador quiere más que revivir los tiempos del estado hegemónico y paternalista donde el Ductor mandaba sin cortapisas seis años, el macuspano quiere perpetuidad.
Frases de López a través de los años como: “Al diablo con sus instituciones” y “no me vengan con el cuento de que la ley es la ley”, definen claramente quién es y cómo piensa.
El plan que ha ido solidificando, pasa por darle a las fuerzas armadas chambas en la administración pública, hacerlos depositarios de la seguridad pública, la vigilancia de puertos y aeropuertos.
Haber logrado que una incondicional como Rosario Piedra Ibarra se apropiara y, de hecho, abrogara la protección de los derechos humanos, fue un paso para quitarse un freno poderoso.
Con una gasto inmenso en divulgación, ha logrado que las mayorías piensen que las fallas en salud, seguridad, agua, empleo, inflación, son culpa de la pandemia, la guerra, o gobiernos estatales, no del Presidente.
Como parte de su programa, ha sumado el apoyo de grupos de la delincuencia organizada a los cuales ha comprado garantizando impunidad y territorios para el trasiego y producción de droga.
La detención de Caro Quintero operada por la DEA y Marinos, fue seguida por el homicidio de 14 de los efectivos que realizaron la detención y por un juez que otorgó la suspensión a la extradición del capo.
La delincuencia no solamente lo ha apoyado económicamente y con logística en la conquista de gubernaturas y ayuntamientos, también ha puesto a sus candidatos en Morena.
En días recientes, sucesos distintos, nos muestran que ya ha iniciado la transición final para apropiarse de todo el poder y lograr la inestabilidad social que le permitan declarar un Estado de Excepción y quedarse.
Desde la Presidencia, la Secretaría de Gobernación y desde la camorra Morena, inician una ofensiva mediática y política contra las autoridades electorales administrativas y jurisdiccionales.
Parte del paso a dictador ha sido declarar como de “Seguridad Nacional” a las obras del Tren Maya, en la selva y sobre el principal acuífero de la península de Yucatán.
López ha querido demostrarle al paisanaje que lo piensa un adalid, que a él no lo frena ninguna nadie, ni razón ni derecho y que sus obras son de una importancia suprema.
El desacató a la suspensión de un juicio de Amparo donde el juez le prohibió al ejecutivo seguir con las obras del Tren Maya no incidental sino una conducta sistemática.
Cuando fue Jefe de Gobierno el no hacer caso de una suspensión de obras de otro juicio de Amparo, pudieron enviarlo a prisión, pero negoció con Vicente Fox su renuncia cambio de no ser procesado.
La vieja escuela priista manda hacer miserable la vida a todas aquellas figuras públicas opositoras que tengan apoyo político, incluso cometiendo delitos, como con el triste líder del PRI, Alejandro Moreno.
El PRI acostumbraba a perseguir a los opositores, hacerles la vida miserable y en forma pública, para que todo aquél que decidiera oponerse supiera que lo pagaría con la hacienda, la familia y hasta con la vida.
En cualquier país civilizado una respuesta como la de Adán Augusto López a las autoridades electorales tras la prohibición ha seguir en campaña serían razón suficiente para removerlo del cargo.
“Si me corre el INE no importa porque ya lo van a desaparecer los diputados”, respondió el secretario a cargo de la gobernabilidad en el País, respecto a la restricción de seguir en campaña.
Igualmente, Morena, cuyo líder es el nada honesto Mario Delgado, ha declarado la guerra al INE y asegurado que las marionetas presidenciales pueden seguir en campaña con recursos públicos.
La respuesta, aunque casera, al anuncio de que Estados Unidos llevaría a México a un panel por las violaciones al Capítulo de Energía del TMEC, es tan grosera y ramplona como deliberada.
Sabe López que habrá repercusiones, pero también sabe que las sanciones no vienen la semana entrante sino ya bien entrado 2023, y para entonces el país ya podría estar en un estallido.
Creo que solamente Claudia Sheinbaum piensa que realmente habrá elecciones en 2024 en las que ella podría ganar la presidencia, y que la idea no es usarla mientras López se hace del poder.
