El huracán Otis, además de los enormes daños que causó en Guerrero, parece haber puesto al gobierno del presidente López Obrador bajo un escrutinio ciudadano más quisquilloso en estos días.
La encuesta nacional de EL FINANCIERO realizada unos días después del paso del huracán dividió opiniones, en el mejor de los casos para el Presidente, y generó opiniones claramente negativas en algunos aspectos de cómo el gobierno manejó la crisis. Veamos algunos detalles adicionales que arroja la encuesta publicada el pasado lunes 30 de octubre en estas páginas.
De acuerdo con la encuesta, 39 por ciento de las personas entrevistadas calificó como bien o muy bien “la manera en que el gobierno de López Obrador está tratando la emergencia por el huracán Otis en Guerrero”, mientras que 37 por ciento calificó como mal o muy mal. El resto no timó postura.
Esa opinión dividida refleja muy bien la polarización partidaria que caracteriza a la política nacional hoy en día: entre morenistas, la opinión positiva alcanzó 80 por ciento, mientras que la negativa fue de tan sólo 8 por ciento. En contraste, entre oposicionistas, la calificación favorable fue 0 por ciento y la desfavorable 84 por ciento. (No recuerdo cero de opinión positiva al gobierno entre oposicionistas en alguna otra encuesta, ni en este ni en otros sexenios previos).
Estos resultados por subgrupos confirman que los partidismos se imponen en la calificación al gobierno. ¿Pero qué opina la población no partidista, esa mayoría de ciudadanos sin orientación partidaria?
Los niveles de aprobación del Presidente se han beneficiado hasta ahora del segmento apartidista, que ha sido muy benevolente al evaluar el actual gobierno. En el caso del manejo de la emergencia por el huracán, la opinión de apartidistas resultó dividida, sin una mayoría hacia ningún lado: 34 por ciento calificó bien o muy bien, mientras que 36 por ciento calificó mal o muy mal.
Lo que sí fue negativo entre toda la población entrevistada fueron las medidas de prevención por parte del gobierno: según el sondeo, 28 por ciento calificó bien o muy bien al gobierno en lo referente a medidas de prevención antes de que golpeara el huracán, frente a una mayoría de 51 por ciento que calificó ese aspecto como mal o muy mal.
Entre morenistas y oposicionistas se observa lo esperable: 70 por ciento de los primeros calificó favorablemente al gobierno y 10 por ciento le dio una mala nota. Entre los segundos, 1 por cieno calificó positivamente al gobierno y 87 por ciento le dio una calificación negativa.
Aquí es donde el juicio de los apartidistas inclina la balanza: 56 por ciento calificó mal al gobierno frente a 22 por ciento que lo calificó bien. El segmento no partidista tomó una postura mayoritariamente desfavorable.
La emergencia aún no ha pasado del todo y las tareas por restablecer servicios básicos siguen, mientras que las de reconstrucción apenas comienzan y tienen un plazo incierto.
En ese sentido, la encuesta tomó una primera medición sobre las acciones del gobierno para ayudar a la población afectada por el huracán. El 43 por ciento de todas las personas entrevistadas calificó favorablemente al gobierno de AMLO, frente a 39 por ciento que dio una calificación negativa.
Entre morenistas, la distribución de opiniones fue 82 por ciento favorable y 9 por ciento desfavorable; entre oposicionistas, 0 por ciento favorable (otra vez) y 79 por ciento desfavorable.
El juicio de las personas apartidistas en este reactivo fue 40 por ciento positivo y 40 por ciento negativo, perfectamente divididos.
En la semana me preguntaron si este podría ser un evento crítico para que la trayectoria de la aprobación al Presidente cambie de aquí en adelante. Depende de cómo evalúen los apartidistas las acciones posteriores al huracán y de cuál es el plazo que le den al gobierno para ver resultados. El Presidente ya estableció que para Navidad habrá avances.
Mientras tanto, habrá que monitorear el juicio del segmento de apartidistas. A ver si el huracán causa o no daños reputacionales al gobierno en un efecto retardado.