Leyendo las notas sobre el el recién inaugurado Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA), rebasa mi entendimiento el amor que esta Administración fomenta hacia quienes son conocidos popularmente como “guachos”. Afortunadamente aún quedamos algunos mexicanos inmunes a la amnesia colectiva: #NiperdónNiOlvido.
El 21 de marzo de 1974, los guerrilleros de las Fuerzas de Liberación Nacional (FLN) Elisa Irina Sáenz Garza y Raúl Enrique Pérez Gasque fueron detenidos por campesinos del Ejido de Santa Rita, Ocosingo.
Los campesinos actuaron bajo indicaciones del Ejército, que por entonces llevaba a cabo la campaña contrainsurgente denominada «Operación Diamante» en la Selva Lacandona para acabar con el Núcleo Guerrillero «Emiliano Zapata», embrión del futuro Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN).
El Ejército les dijo que los guerrilleros eran maleantes y que quienes los capturaran serían recompensados. Una vez que los campesinos dieron aviso a los militares, éstos fueron a recoger a los guerrilleros y los trasladaron a la finca El Diamante, que era su base de operaciones.
En El Diamante, los dos guerrilleros fueron víctimas de la saña de la tropa. Posteriormente fueron llevados a la 31ava Zona Militar, en Tuxtla Gutiérrez. Ahí estuvieron del 24 al 31 de marzo, siendo objeto de intensas torturas.
El 1o de Abril, los guerrilleros fueron subidos a un avión C-47 de la Fuerza Aérea Mexicana, matrícula 6006, el cual despegó a las 18:05 horas y aterrizó en la Base Aérea de Santa Lucía a las 21:00 horas. De ahí, fueron trasladados a la prisión clandestina del Campo Militar No. 1.
El último dato que se tiene de ambos guerrilleros es del 9 de abril, fecha que se registra en su ficha signalética y en su declaración, bajo tortura, tomada por la Dirección Federal de Seguridad. La tortura era un método estándar, el cual se confirma por las fotos de los detenidos.
Al día de hoy, ninguna autoridad ha rendido una explicación sobre lo ocurrido con Elisa Irina y Raúl Enrique. Hoy cumplen 48 años desaparecidos. Sus madres los esperaron toda la vida. Doña Elisa murió de 103 años y Doña Elsie de 96 (sus padres habían muerto mucho antes).
El caso de Elisa y Raúl no es aislado. La mayoría de detenidos en las campañas contrainsurgentes ordenadas por el alto mando del Ejército durante los 60’s y 70’s fueron trasladados de diferentes partes de la República en aviones de la FAM que aterrizaban en Santa Lucía.
A miles de ciudadanos mexicanos se les violó el debido proceso, nunca fueron presentados frente a un juez ni se les notificó a sus familiares de su detención. Nunca se demostró su culpabilidad o su inocencia. Unos fueron víctimas de desaparición temporal y otros de la permanente.
En memoria de esos cientos de mexicanos víctimas del terror de Estado, quienes al abordar los aviones ignoraban que arribaban a Santa Lucía y de ahí a las mazmorras clandestinas, exijo a las autoridades federales que pongan una lámpara votiva en el Aeropuerto Felipe Ángeles.
Que las atrocidades de la llamada «Guerra Sucia» no sigan siendo escondidas o minimizadas. Que el Ejército Mexicano revele al fin lo que hizo con los desaparecidos y que rinda cuentas a la sociedad mexicana y a la justicia por ello.
En caso de que el Gobierno rechace poner una lámpara votiva por los desaparecidos, espero que los activistas de la memoria coloquen ahí un antimonumento en memoria de Elisa, Raúl y todos los demás de los que nunca se volvió a saber nada.
En este link está la referencia a artículo que escribí en inglés sobre los desaparecidos de la Operación Diamante, me lo pueden solicitar para fines de investigación: https://www.tandfonline.com/doi/abs/10.1080/13260219.2013.805722
