Ayudar sin lastimar

Rogelio Ríos

MIRADA AL MUNDO
Toda esta situación nos lleva a ver a los amigos de una manera distinta, como si ellos y nosotros nos diéramos cuenta realmente del tipo de personas que somos y que nunca imaginamos ser.
22/10/2021

No, una, sino varias veces en el lapso de unas cuantas semanas, entre grupos de amigos diferentes se ha corrido la voz de que alguno de ellos necesita un apoyo monetario inmediato para enfrentar la falta de ingresos. No les miento si les digo que esa es una de las situaciones que más pueden angustiar a una persona, lo sé por experiencia propia.

Puede ser porque alguien perdió el trabajo, pescó el Covid 19, le dio un infarto o el negocio se fue al carajo y ya no da más. O quizá porque la edad y los primeros achaques -entre cincuentones y sesentones- ya no los dejan rendir con el vigor de antes, trabajar al ritmo frenético de cuando estábamos jóvenes, esos días ya se fueron. Además, en este país, la edad es una sentencia de desempleo.

En fin, cuando los amigos pasan por una adversidad, la pregunta es inevitable: ¿cómo puedo ayudar sin lastimar? Un chiste inoportuno (como el de “andas buscando trabajo rogándole a Dios no encontrar”), una palabra mal dicha, un gesto de broma hecho con la mejor intención, pero con la mayor imprudencia, puede herir al amigo de la infancia y dar al traste con una amistad de años.

Para evitar al máximo esos riesgos, se le pide a quien lo necesita una tarjeta bancaria o una cuenta para hacerle depósitos o enviarle transferencias, según cada quien en sus posibilidades. Nadie se entera de cuánto dinero puso el otro, a menos que alguien lo comente en un chat o en una reunión, lo cual raramente sucede. No se sabe por cuánto tiempo durará la ayuda, no hay un plazo y no son cosas que se comenten abiertamente entre amigos; vaya, no hay un “Manual de Ayuda al Amigo en Apuros” a la mano.

Cuando eso ocurre, me debato entre sentimientos encontrados: una parte de mi quiere saber por qué llegó un buen amigo a quedar atrapado en esta situación: ¿tomó decisiones equivocadas o irracionales? ¿Hubo situaciones difíciles en su familia, una enfermedad súbita, eventos o desgracias que caen inesperadamente? ¿Fue flojo e irresponsable o, al contrario, trabajaba de sol a sol todo el tiempo que fuera necesario? 

Otra parte de mí, sin embargo, no quiere indagar, juzgar, alabar o criticar nada ni a nadie. Los años vividos te muestran que cada persona vive su tiempo y circunstancia, que el éxito y el fracaso no tienen honor ni sentido de la justicia. Las mejores cosas de la vida le pasan con frecuencia a quien en verdad no las merece; en tanto, al bueno y esforzado, amoroso y solidario, lo abruman la adversidad, la mala fortuna y la pesadumbre de estar en una etapa en la vida en que la estabilidad financiera no llega y probablemente nunca lo hará.

Al dejar de juzgarlos, empieza a fluir la generosidad. Nos da miedo al principio, es verdad, abrir esa parte de nosotros. No sólo es dinero lo que podemos aportar, mucho o poco, quizá eso resuelve una necesidad inmediata, pero hay algo más: es, sobre todo, la empatía que dejamos crecer en nuestro interior, la cual crece y se desborda hacia los demás.

No nos damos cuenta, pero toda esta situación nos lleva a ver a los amigos de una manera distinta, como si ellos y nosotros nos diéramos cuenta realmente del tipo de personas que somos y que nunca imaginamos ser a lo largo de tantos años de amistad: bajo la costra de los cuates, la carne asada y las cervezas, de los ratos de bromas y música, del “que a toda madre es mi compadre”, existe, quien lo iba a pensar, un lazo de amistad genuina que necesitaba ser puesto a prueba para revelarse y crecer a una altura insospechada. Es verdad lo que decían nuestros abuelos: los verdaderos amigos amigos se cuentan con los dedos de una mano.

Ayudar sin juzgar, dar un poco de dinero y mucho corazón a quien lo necesita, descubrir de lo que somos capaces en esta época de incertidumbre, enfermedad, depresión, miedo y desesperanza es un regalo de vida que está a nuestro alcance, aquí y ahora.

La situación actual no se va a detener pronto, la incertidumbre va a estar con nosotros por quien sabe cuánto tiempo golpeándonos sin piedad y sin distinguir entre justos y pecadores. Mejor aprendamos a ayudar -y ayudarnos, uno nunca sabe- sin juzgar ni lastimar.

Rogelio.rios60@gmail.com



ROGELIO RÍOS estudió Relaciones Internacionales y es periodista de opinión sobre México y el mundo.

Las opiniones expresadas por el autor no reflejan necesariamente el punto de vista de MOBILNEWS.MX

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