El Paquete Económico recientemente presentado proyecta un crecimiento del PIB de entre 2% y 3% para 2025 y señala que resulta indispensable fortalecer los ingresos fiscales para garantizar la estabilidad financiera del país. De acuerdo con el documento, es necesario mantener una recaudación equivalente al 17.7% del PIB, para financiar programas sociales esenciales que reduzcan la desigualdad y mejoren el bienestar de la población. Ante este escenario, ha surgido una pregunta inevitable: ¿es indispensable una reforma fiscal, o existen otras alternativas?
Aunque una reforma fiscal podría parecer una solución lógica, no es la única vía para fortalecer las finanzas públicas. Una política industrial enfocada en potenciar la capacidad productiva nacional tendría la capacidad de incrementar la recaudación fiscal de manera orgánica. La experiencia de países como Corea del Sur y Singapur demuestra que el desarrollo de conglomerados industriales nacionales y la creación de cadenas locales de valor generan empleo, aumentan el consumo interno y fortalecen la base tributaria, tanto en ISR como en IVA, sin necesidad de aumentar las tasas impositivas.
Implementar una política industrial en sectores estratégicos como la metalmecánica, automotriz y petroquímica es una prioridad, ya que estas industrias generan empleos mejor remunerados, con salarios superiores a la media nacional, fortalecen cadenas de suministro locales y reducen la dependencia de insumos importados. En términos fiscales, los beneficios serían claros: un incremento orgánico en la recaudación tributaria, tanto por ISR como por IVA, lo que permitiría financiar programas sociales sin necesidad de recurrir a ajustes fiscales agresivos. En contraste, una reforma fiscal podría tener efectos adversos al desincentivar la inversión y limitar el consumo, afectando principalmente a los hogares de ingresos medio y bajo.
Diseñar una política industrial exitosa requiere coordinación entre el gobierno, academia y sector privado. Sin embargo, las oportunidades son enormes. Con una visión clara en integrando los principales polos productivos como Monterrey, México tiene el potencial de convertirse en un líder regional en manufactura avanzada y un modelo de desarrollo sostenible para otras economías emergentes.
El debate sobre la necesidad de una reforma fiscal debe ir acompañado de una discusión más amplia sobre el rumbo económico del país. Alternativas como fortalecer la capacidad productiva mexicana se presentan como una opción viable para incrementar los ingresos fiscales, con efectos significativos en materia fiscal, y desarrollo económico nacional.