En 1925, en un M茅xico que buscaba levantarse de las heridas de la Revoluci贸n, naci贸 el Banco de M茅xico. Fue la respuesta a un anhelo profundo: dotar al pa铆s de una instituci贸n que diera confianza, que organizara el sistema financiero y, sobre todo, que diera certeza al valor de la moneda.
A lo largo de un siglo, el Banco de M茅xico ha acompa帽ado los momentos m谩s decisivos de nuestra historia: la crisis de deuda de los a帽os ochenta, cuando la inflaci贸n devoraba los ahorros; la apertura comercial de los noventa, que exigi贸 certidumbre; y los tiempos recientes de pandemia y tensiones inflacionarias globales. En cada episodio, su misi贸n ha sido clara y firme: preservar el poder adquisitivo del peso mediante la estabilidad de precios.
Esa tarea, que puede sonar t茅cnica o distante, en realidad toca la vida cotidiana de cada familia. Cuando la inflaci贸n se desborda, el salario pierde fuerza, la mesa se queda vac铆a y el futuro se nubla. M茅xico lo vivi贸 en carne propia cuando, en los a帽os ochenta, la inflaci贸n superaba el 150% anual. Fue entonces cuando aprendimos que sin estabilidad no hay desarrollo, que el crecimiento sin control monetario es un espejismo que tarde o temprano se derrumba.
Por eso en 1994 se dot贸 de autonom铆a plena a Banxico y se le refrend贸 su 煤nico mandato: mantener a raya la inflaci贸n. Gracias a esa conquista, generaciones enteras han podido vivir con un entorno de precios m谩s estables, base indispensable para construir proyectos, planear, invertir y so帽ar.
Algunos hoy proponen un objetivo dual: que Banxico promueva no solo la estabilidad de precios, sino tambi茅n el crecimiento econ贸mico. La intenci贸n puede sonar atractiva, pero encierra un peligro: cargar al banco central con responsabilidades que no le corresponden. El crecimiento depende de muchas piezas 鈥攍a inversi贸n, la innovaci贸n, la infraestructura, el Estado de derecho, la seguridad p煤blica鈥, pero ninguna de esas piezas funcionar谩 si el valor del dinero se erosiona.
La mejor aportaci贸n de Banxico al desarrollo es, precisamente, la estabilidad. Como bien dijo uno de sus gobernadores, 鈥渓a mejor pol铆tica social es una baja inflaci贸n鈥, porque protege a quienes menos tienen, a las familias que gastan la mayor parte de su ingreso en lo esencial. En ese sentido, Banxico no solo defiende cifras, sino la dignidad de millones de hogares.
Hoy, al cumplir cien a帽os, el Banco de M茅xico no es 煤nicamente una instituci贸n financiera: es un s铆mbolo de confianza nacional. Cada moneda, cada billete que pasa por nuestras manos es tambi茅n un pacto silencioso de confianza entre la instituci贸n y el pueblo: la promesa de que ese valor se mantendr谩, de que el esfuerzo de trabajar un d铆a entero no se esfumar谩 con la inflaci贸n al d铆a siguiente.
Cuidar la moneda es cuidar a la patria misma. Felicidades a Banxico en su primer centenario. Que sean muchos m谩s, sin distraerse de su objetivo esencial: garantizar que los sue帽os de los mexicanos tengan un suelo firme sobre el cual caminar.