El PRI nació desde el poder, Morena como una respuesta frente a la descomposición de aquél, en ambos casos, los costos del poder siempre se pagan y muchas veces en cash.
Mientras que el Revolucionario Institucional surge como una forma de administrar el poder, Morena lo hace para alcanzarlo. Ahora debe aprender a administrarlo.
En sus inicios, el PRI tuvo como finalidad encontrar una forma más o menos civilizada para que los diferentes factores de poder, todos ellos fácticos que diríamos ahora, negociaran sin necesidad de llegar a las armas.
Morena, en sus inicios, buscaba una forma de alcanzar el poder y no perecer en el intento, como le había pasado a otros partidos, el PRD notoriamente y el PAN una vez que alcanzó la presidencia y se fragmentó en varios grupos que se consideraban merecedores del poder alcanzado.
Dentro del PRI, los sectores fueron adquiriendo prerrogativas que con el tiempo resultaron demasiado onerosas para ese partido, por ello muchos de sus integrantes entendieron que era necesario salir de ese partido si querían alcanzar sus objetivos. Sobre todo en la época en que se negociaba mejor con el PRI siendo oposición que miembro de él.
Morena, una vez que alcanzó el poder, y lo hizo a lo grande, recibió en su seno a muchos políticos provenientes de otros partidos, principalmente del PRI, aunque no de forma exclusiva, panistas y perredistas figuran en la peña.
Si en principio la figura de López Obrador era el eje de Morena, hoy, aunque todavía juega un papel por demás importante, el eje se está desplazando hacia el poder y las instituciones que lo encarnan. Una lucha que se da al interior de ese partido.
Quizá consciente de ello es que AMLO no deja de pensar en Morena como un movimiento y no como una institución política.
El caso es que, lo quiera Andrés Manuel o no, quienes participan en Morena van a la búsqueda del poder, muchos de ellos a cualquier costo por los beneficios que ello les reporta.
Así pues, no es difícil que una vez resuelta la sucesión y con candidato de Morena ya en campaña, se vaya diluyendo la influencia de Andrés Manuel, que nunca dejará de ser importante, y le vaya costando, como partido, cada vez más en términos de canonjías y sí, dinero en efectivo el mantenerse vigentes.
No es raro que ello suceda, le pasó al PRI, al PAN y le está pasando a Morena, las manifestaciones como la que seguramente veremos, encabezada por el presidente, cuestan y mucho y cuando se comienza a pagar por ese tipo de “favores políticos”, quienes cobran por ello aumentan las tarifas.
Y si no lo cree, espere unos meses para que vea el regateo que se va a empezar a dar. Esos son los costos económicos del poder, aunque algunas veces las violencias de todo tipo los aminoran.
Como dicen por ahí, Pa´l baile vamos.