PRIMER TERCIO. Difícil la apuesta de las autoridades federales de, al costo que sea, regresar a los niños y adolescentes a los cursos presenciales para el próximo ciclo escolar que arranca el próximo 30 de agosto. En medio de una tercera ola de contagios de Covid-19, cuyos alcances y consecuencias aún son imposibles de medir, se pretende retornar a los alumnos a los salones de clases. Las razones para ello son muchas y, en múltiples casos, explicables. La educación a distancia ha tenido un costo muy alto en términos de nivel académico, hasta hoy difícil de calcular. El impacto emocional de los estudiantes por su ausencia en los planteles ha sido sumamente elevado, además de las dificultades que ello representa para los padres de familia.
No obstante, pese al avanzado número de vacunas que México ha logrado suministrar, el índice de contagios no cesa de aumentar. De todos es sabido el reto que el regreso a las escuelas representa en materia de contacto social, debido al alto número de estudiantes en el país, alrededor de 32 millones de alumnos pertenecientes a educación básica, media superior, capacitación y educación normal. A ellos se suman más de 1.5 millones de docentes, además de personal administrativo. Todo este universo significa una movilidad sumamente alta, que eleva los riesgos de infección en un momento en el que la pandemia se encuentra lejos de haber sido controlada.
Comprensibles son las razones que impulsan a autoridades y a muchos padres de familia a vislumbrar el regreso a clases presenciales. Un simple análisis de la situación en la que aún nos encontramos debería ponernos a pensar qué tan conveniente será la medida.
SEGUNDO TERCIO. La inseguridad en México tiene muy pocos límites y se expresa de formas diversas. Hace unos días trascendió un acto de piratería en aguas del Golfo de México, en donde una plataforma petrolera, la Sandunga, propiedad de la empresa Finisterra Energía, fue asaltada por hombres armados que arribaron a esta instalación ubicada en la Sonda de Campeche para robar material perteneciente a este grupo que trabaja para Petróleos Mexicanos.
Este fenómeno, el de los piratas que operan en aguas nacionales, desafortunadamente no es nuevo. Se trata de un delito que se ha incrementado en el último lustro y que consiste en atracos cometidos por delincuentes que se transportan en lanchas que no son detectadas por los radares y alcanzan a ingresar a las plataformas para amagar al personal que ahí labora y robar equipo técnico que después es revendido en el mercado negro.
TERCER TERCIO. Tres buenas noticias para México ayer. El Fondo Monetario Internacional revisó al alza sus perspectivas para el crecimiento del PIB nacional para este año, pasándolo del 5% (anunciado en abril pasado) al 6.3%. Se trata de un aval del organismo internacional a las decisiones de nuestro país para enfrentar los efectos de la pandemia y debido a un mejoramiento del comportamiento económico de nuestro principal socio comercial, Estados Unidos.
Por otro lado, el INEGI dio a conocer que la economía mexicana registró un crecimiento anual del 25.3%, de acuerdo con datos arrojados por el Indicador Global de la Actividad Económica (IGAE).
El propio INEGI informó que las exportaciones tuvieron un aumento del 3.8% en el primer semestre de este año, con un total de 236 mil millones de dólares.