Para desgracia, y vergüenza, de los ciudadanos, los políticos tienen que ir de elección en elección, no pueden evitarlo porque para gobernar necesitan ganar pero, a la hora de gobernar, no requieren hacerlo bien, solo requieren consolidar su base votante, para ganar otra vez y así hasta el infinito.
Es un verdadero círculo vicioso, no solo en México, en todas partes, vean a Trump que con el fin de mantener su aprobación y ganar una elección que se llevará a cabo dentro de más de un año, no duda en tomar medidas que desde el punto de vista económico pueden resultar negativas no solo para México, sino para el propio EUA.
La lógica tras sus decisiones tiene qué ver con su masa de votantes, de aquellos que sienten que los mexicanos somos culpables de sus males y que Trump hará lo que sea para arreglar esos problemas.
Es obvio que no lo hará, pero debe aparentar que lo hará o que puede hacerlo, lo mismo que sucede en nuestro país con López Obrador, quien trabaja para consolidar su masa de votantes a través de todo tipo de programas "sociales", pero también por la vía de polarizar a la sociedad atacando a sus enemigos, ya sean reales o imaginarios, pero también enardeciendo a las masas vía sus "venganzas sociales".
Me refiero con esto último a los supuestos combates a la corrupción, al ahorro en el dispendio del gasto público y demás, no importan los costos de esas campañas, que en ocasiones cuestan más de lo que ahorran.
Se trata de algo natural dentro de la política, aunque a muchos les parezca que la eficiencia debería ser la norma en el buen gobierno, para que eso fuese así, se requeriría que los ciudadanos, en su mayoría, también fueran lo racionales que requeriría enfrentar la vida pública de esa manera.
Que no votaran porque alguien les ofrece solucionar todos sus problemas de manera casi mágica, que no voten porque creen que alguien es corrupto, o porque todo mundo sabe que lo es. Pero ese es más un buen deseo que una realidad.
Si los votantes no se comportan con esa racionalidad, ¿cómo esperar que los políticos lo hagan?, unos políticos cuyo futuro y éxito depende, precisamente de esos votantes, sí, de esos que votan con el estómago y no con la cabeza.
