¿Alguna vez se ha preguntado usted en qué creen los mexicanos, en la creación o en la evolución?
Esta pregunta la he visto reproducirse en algunos libros y análisis que reflejan una creciente y marcada división entre dos bandos: los defensores de la ciencia y quienes han adoptado una actitud anticientífica. La discusión abarca temas como el cambio climático, las vacunas, si la tierra es plana o redonda, y otros temas por el estilo.
En su bestseller Homo Deus, publicado en 2017, Yuval Noah Harari cita una encuesta realizada por la organización Gallup en Estados Unidos cinco años antes, la cual muestra que la creencia creacionista predomina entre el público norteamericano. Sin embargo, el reactivo del sondeo ofrece tres opciones de respuesta que hacen un poco dudoso saber hacia qué lado se inclina el grupo intermedio, una categoría un tanto ambivalente de personas que creen en la evolución asistida por Dios.
Para aplicar ese tipo de pregunta en México preferí formular una versión dicotómica, es decir, planteando dos categorías de respuesta solamente, y la incluí en una encuesta nacional realizada el pasado mes de agosto. La pregunta dice: “¿Con cuál de estas afirmaciones está usted más de acuerdo? ‘El ser humano es creación de Dios, como lo dice la Biblia’, o ‘es producto de la evolución por selección natural, como propone la teoría científica’”.
Los resultados del estudio muestran que el 52 por ciento de los entrevistados cree en la creación, mientras que el 40 por ciento cree en la evolución. Según estos datos, la postura creacionista es mayoritaria en el país, pero sorprende la aguda división de opiniones (o de creencias, en este caso).
Según el estudio, las mujeres creen más en la creación, mientras que los hombres están divididos. Los entrevistados de mayor edad son más creacionistas, mientras que en los jóvenes predomina la visión evolucionista. El estatus socioeconómico tiene un fuerte efecto: el evolucionismo es más evidente entre los entrevistados de mayor ingreso y de mayor escolaridad. Pero aún entre éstos últimos hay un nutrido grupo de creacionistas.
Estas creencias están todavía más arraigadas en la religiosidad: la creencia creacionista domina entre los mexicanos que asisten con frecuencia a servicios religiosos, y es mucho más débil entre quienes no suelen asistir a las iglesias. Por si fuera poco, el uso de Internet y redes sociales también hace diferencia: los mexicanos más interconectados a través de esas tecnologías creen más en la evolución, mientras que los menos interconectados son más creacionistas.
Por región del país, los creacionistas predominan en tres de las cuatro regiones que solemos emplear en nuestros análisis, particularmente en el sur y en el centro-occidente, aunque un poco menos en el norte. En contraste, el centro del país, donde se ubica la Ciudad de México, es mayoritariamente evolucionista.
Por lo visto, los perfiles de los creacionistas y de los evolucionistas mexicanos son muy diferentes, socialmente hablando. Pero, ¿hay alguna diferenciación política entre ellos?
La respuesta es variada. Los creacionistas se distribuyen a lo largo del espectro izquierda-derecha casi por igual, sin un elemento ideológico claro. Los creacionistas aprueban ligeramente más al Presidente López Obrador que los evolucionistas, pero con diferencias menores. Por otro lado, quienes se identifican con algún partido político creen más en la creación, mientras que los apartidistas se inclinan más hacia la evolución. Sin embargo, cada partido tiene su dosis de creacionistas, lo cual hace pensar que el tema está poco politizado en nuestro país, aunque no le falta nada para estarlo, excepto la articulación debida de los partidos políticos, si es que están interesados en explotarlo.
(Nota: como no es posible incluir los datos de los perfiles comentados en este espacio, espero incluir algunas gráficas en mis redes sociales para quienes tengan interés en corroborarlos y analizarlos con más detalle).